Invicta aterrizó España en Rusia. Con las mejores expectativas. Con el optimismo de los triunfales pronósticos de ser una de las favoritas. Toda la ejemplaridad de Julen Lopetegui (20 partidos sin perder) saltó por los aires a tres días del debut.

Rompiendo una apacible tarde en Krasnodar, aparecía en las redes un comunicado desde Madrid, desde un ordenador del Santiago Bernabéu, anunciando el fichaje del seleccionador por el Real Madrid. Ni un segundo de sensibilidad, paciencia o comprensión gastó Florentino para pensar en los intereses de la selección antes que en los suyos. Tampoco lo hizo Lopetegui. Y ante el reto, el desaire, ante la ausencia de compromiso (Lopetegui había renovado días antes hasta el 2020), el nuevo presidente de la Federación, Luis Rubiales, sí quiso actuar con ejemplaridad. España se quedaba sin seleccionador. Fernando Hierro, que estaba en Rusia, asumió el papel.