Jornada histórica para el atletismo keniano, en general, y para el atletismo femenino, en particular, la que se vivió ayer en la primera jornada de los Mundiales de Daegu (Corea del Sur). Por la mañana (madrugada en España), Edna Kiplagat, Priscah Jeptoo y Sharon Cherop copaban el podio del maratón, y por la tarde (mediodía en España), Vivian Cheruiyot, Sally Kipyego, Linet Masai y Priscah Jepleting Cherono ocupaban las cuatro primeras plazas en los 10.000 metros, superando de forma aplastante a sus rivales etíopes. Seis metales para Kenia, todos los que se repartieron el primer día, una hazaña sin precedentes protagonizada esta vez por mujeres.

Parece evidente que las kenianas gozan de alguna ventaja con respecto al resto de atletas, incluidas otra africanas. Los héroes de la carrera a pie casi siempre han sido hombres. Kenia tiene como gran icono a Kipchoge Keino, quien representó como nadie la proclama independentista de Jomo Kenyata y su famosa harambee, la llamada a la unidad de todos los kenianos para afrontar la nueva independencia. Justo 48 años después, las cuatro kenianas del 10.000 usaron ayer una versión táctica con esta manera de entender la vida y la competición, extenuando a la etíope Melkamu antes del arreón final.

A su manera, las seis medallistas son también heroínas, aunque del día a día. Ser mujer, esposa, madre y corredora de élite no es fácil, y menos en Africa. La desigualdad de género ahí es tan grande como el continente. La tradición y ciertos prejuicios han impedido hasta ahora que el atletismo femenino explotara en toda su potencialidad. Parece que las kenianas lo logran . ¿Cómo?

Las ganadoras del maratón y del 10.000, Edna Kiplagat y Vivian Cheruiyot, comparten modos de vida parecidos, seguramente fundamentales para poder seguir practicando el atletismo a nivel profesional. Sus respectivas parejas son sus entrenadores. ñAcompaño a Vivian en cada sesiónO, afirma sin recato Kirui Kiplagat, el marido de Vivian Cheruiyot, apodada Kadogo (pequeña) por su estatura y sus 39 kilos. Vivian, de 28 años, aún no ha sido madre, una rareza en esa parte del mundo. Edna Kiplagat, de 31, sí. Gilber Koech es su marido, comenzó a entrenarla en el 2003. Tras ocho años, dos hijos y ñmuchas discusionesO, Edna ha logrado uno de sus sueños y Gilber multiplicar los ingresos de la familia gracias a su mujer.

LA INSPIRACIÓN También la ayuda de los premios parece decisiva a la hora de buscar el éxito. La flamante campeona mundial de los 10.000 metros comparte representante, Simms, con una figura como Usain Bolt. El agente es una pieza fundamental para estas mujeres y el dinero de sus contratos les permite cierta independencia y capacidad de decisión. Kiplagat se llevó una buena suma en el maratón de Nueva York; Priscah Jeptoo ganó el pasado invierno la Mitja Marató de Barcelona y el maratón de París, y Sharon Cherop seguramente morderá su trocito de manzana en el próximo maratón neoyorquino. El oro, la plata e incluso el bronce facilita las cosas. Su brillo sirve para que otras lo intenten cada vez más: una avalancha de talentos que no parece tener fin.