Pues ahí está el Real Zaragoza de nuevo. La victoria del Celta ante el Granada acercó ayer un poco más la zona de descenso. Dos puntos de renta en la jornada 25. Menos de un partido, así que casi nada. El equipo de Manolo Jiménez, que completó una primera vuelta notable, se ha encallado al regreso de la Navidad. Hay muchas razones para explicar esa caída a las cercanías del infierno. Las más importantes son solo achacables a errores propios, a defectos consustanciales a un grupo imperfecto, a demasiados despistes infantiles, a una evidente bajada de rendimiento, a la concentración de lesiones, que han hecho daño, y a la coincidencia de esos percances con algunas sanciones puntuales. Muchas cosas en muy poco espacio de tiempo.

Si el Zaragoza no ha ganado en Liga en el 2013 es fundamentalmente porque ha sido incapaz de hacerlo. Pero no todo es eso. Hay más. La concatenación de errores arbitrales en contra ha sido palmaria. El equipo lleva varios puntos menos por acciones mal juzgadas. Lo que hizo Del Cerro Grande es el último episodio de un serial que puede pasar una factura muy cara si no se detiene. Parece como si al Zaragoza lo tomaran como al más tonto del pueblo. El sábado Jiménez se hartó, visto como está que callar solo sirve para otorgar. El club debería alzar la voz tan alto como su técnico. La injusticia es manifiesta.