Andrés Iniesta se marcha del Barcelona disfrutando de la despedida deseada. Siento titular, capitán de un equipo que va a conquistar un doblete de Liga y Copa del Rey y arropado con la presencia de las personas más significativas del Barça y de su familia. Se va emocionado y en paz consigo mismo con una carrera envidiable, llena de «momentos mágicos» y otros difíciles, que tuvieron más que ver con sus inicios, con los sacrificios humanos y personales que hizo para alcanzar el gran reto que se había trazado «entre ceja y ceja»: ser futbolista profesional.

«No podía haber sido más feliz de lo que he sido en el Barça» proclamó ayer Iniesta al echar un vistazo atrás con los ojos humedecidos. Más de 30 títulos (31 en estos momentos a falta de la cercana Liga) conforman un palmarés extraordinario y, sin embargo, el momento que le vino a la cabeza cuando le llamaban Andresito era «el día que debuté con el primer equipo en Brujas».

«El club que me acogió con 12 años se merece lo mejor de mí, como he hecho hasta ahora, y entiendo que en el futuro más cercano no podía dar lo mejor de mí en todos los sentidos, personal y futbolístico», afirmó el centrocampista del Barcelona.

En su debut, en aquel 29 de octubre del 2002, no sucedió nada especial, aunque tratándose del estreno fue titular y disputó los 90 minutos. Era un partido de liguilla de la Champions, era la quinta jornada y el equipo ya estaba virtualmente clasificado, y el Barça ganó por 0-1 con un gol de Riquelme. El recuerdo era más íntimo y simbólico que material: «Todo lo que había pasado hasta entonces era un sueño y a partir de aquel día se convirtió ya en realidad».

Transcurridos 16 años, cumplidos los 34, considera que ha llegado el momento de pasar otro momento difícil, como es el de decir adiós de lo que considera su casa y su segunda familia. Cerró Iniesta su discurso inicial repartiendo elogios para el club y La Masia, «porque lo que soy hoy como jugador y persona en gran parte ha sido por ellos», dijo y se acordó también de sus compañeros que «son los que me hacen ser mejor cada día».

«También a mis padres y a mi hermana, que hace 22 años venimos en un coche y hoy están aquí conmigo. 22 años después estoy aquí con la persona más maravillosa que he encontrado en mi vida y que me hace feliz tantos días, que es mi mujer y que nos hemos regalado estos tres tesoros», recordó entre sollozos.

LEJOS DE EUROPA

Iniesta entiende que no podía traicionar al Barcelona ni a sí mismo y ha necesitado varias semanas, meses incluso, para dar el paso que verbalizaba ayer ante la repleta sala de prensa de Sant Joan Despí. No se veía a sí mismo iniciando otra exigente campaña en el club catalán y se refugiará en el fútbol chino, aunque no quiso desvelar dónde estará su futuro.

Jugará lejos de Europa para evitar que un día deba enfrentarse al equipo de su vida en la Champions. Pero ni perderá el contacto ni el interés por conocer las vicisitudes del Barça, ahora que cede el brazalete a Leo Messi, ausente, sin embargo, igual que Luis Suárez, en el sentido acto de despedida, donde estuvo el resto de la plantilla, sus padres y también su mujer, Anna, y sus tres hijos. «Se han ido otros jugadores, se irá Iniesta y el Barça seguirá jugando bien y seguirá ganando», auguró el manchego.

Enfilando la puerta de salida, recibió una petición de perdón de France Football que se ha dado cuenta de la anomalía que supone que Andrés Iniesta Luján, don Andrés, no figure en el palmarés del Balón de Oro. Naturalmente, aceptó las disculpas. «No es ninguna espina haber ganado o no el Balón de Oro. Mi percepción del fútbol o de la felicidad no varía si tengo un Balón de Oro o no. Participar en el momento en que estuvimos Xavi, Leo y yo fue algo mágico», explicó.