Pilar Navarro y Carolina Esparcia son dos mujeres acostumbradas a triunfar. Ambas forman parte del futuro del baloncesto zaragozano. En el 2007 ya se llevaron con la selección aragonesa la medalla de oro en el Campeonato de España alevín. Su progresión ha sido imparable. El año pasado se proclamaron campeonas de Europa U-16 y este año solo Estados Unidos les frenó en su carrera hacia el Mundial U-17 disputado en Amsterdam (Holanda).

Las norteamericanas cumplieron los favoritismos y ganaron el Mundial por 62-79. A Esparcia le quedó un sabor agridulce. "Se podría haber ganado, pero salimos con mucho respeto al rival y además ellas eran físicamente increíbles". Las aragonesas llegaron a pensar en el oro. De un parcial de 32-9 llegaron al descanso con 40-31. "Eran muy jugonas, las pivots cogían un montón de rebotes y las exteriores metían todo", dice Esparcia.

En la primera fase se impusieron a Australia, Turquía y Brasil. Pero llegó un tropiezo beneficioso para España frente a Japón. "Cada día era una guerra y teníamos que salir siempre muy concentradas. Nos vino bien perder con Japón porque nos dimos cuenta que teníamos que espabilar mucho para luchar por las medallas", dice Esparcia.

La revancha

En los cruces machacaron a Italia en cuartos. "Salimos muy motivadas. Era el partido clave", explica Esparcia. Y en las semifinales les volvió a tocar Japón. "Si ganábamos, nos llevábamos metal. Nos tomamos la cumplida revancha y los árbitros estuvieron a un buen nivel, no como en el primer partido", dice Navarro.

La selección U-17 contaba con otros dos zaragozanos. El seleccionador era Víctor Lapeña y Pilar Valero era la ayudante. El sistema de juego era muy similar al que aplicaba Lapeña en el Mann Filter. "Lo principal para Lapeña era la defensa. Presionábamos y robábamos un montón de balones. Lo que nos diferenciaba de nuestros rivales era que metíamos muchos puntos al contragolpe". Tanto Navarro como Esparcia quedaron encantadas de la labor de Pilar Valero con España. "Sin Pilar no hubiera sido lo mismo. Me llevo un grato recuerdo de ella. Era la alegría de la selección y estaba todo el día activa", dice Navarro.

Carolina Esparcia juega de escolta. Tiene un buen dominio de balón y defiende de forma correcta. Navarro conoce de memoria las características de su amiga. "Gracias a ella ganamos el Nacional alevín. Tiene muy buen tiro de fuera y roba balones muy importantes. Siempre saca una falta o una canasta en las penetraciones", dice Pilar Navarro, que juega de cuatro. "Es una ala-pívot rápida. Encima tiene buen tiro", revela Esparcia.

La jugadora del Casablanca empezó a practicar baloncesto a los nueve años en el colegio de la Sagrada Familia. Después ha estado toda su vida en el Casablanca hasta que el año pasado fichó por el Mann Filter. La desaparición del equipo amarillo le ha llevado de nuevo al Casablanca de Álex Cebrián, donde jugará en Liga Femenina 2. Pilar Navarro conoció el baloncesto en el colegio de Agustinos. Tras dos años en el Casablanca, se fue a estudiar a Barcelona, fichando por Siglo XXI. El año pasado jugó en Liga Femenina 2 y solo le queda un año de beca en Cataluña.

Con un deporte en plena crisis, ambas se encuentran en un momento crucial de su vida. "Es una pena que estén desapareciendo grandes equipos. Doy prioridad a los estudios, pero aposté por el básquet al irme a Barcelona y me gustaría jugar en Liga Femenina", dice Navarro, que el año que viene empezará la carrera de Medicina. Esparcia no tiene muy claro que estudiará el año que viene. "Le doy prioridad a los estudios porque del baloncesto no vas a vivir. Pero se pueden compaginar las dos cosas", apunta.