El Real Zaragoza reaccionó a su segunda crisis del curso con un buen partido, el mejor en La Romareda, con una victoria ante una Ponferradina que llegaba en racha y se vio desbordada en una primera parte notable en la que los zaragocistas merecieron llevarse más de dos goles de renta, con Diamanka y Pedro como baluartes, con más fútbol y más capacidad para generar peligro que en la mayoría de los partidos hasta ayer en casa... ¡juntos! Es verdad que el choque se niveló después y que la lesión de Diamanka fue un pesado lastre para el equipo, que en todo caso demostró que tiene vida, que su corazón late, después del esperpento en Alcorcón.

Salvó Ranko Popovic el match ball con esa reacción, pero el triunfo dejó claro también, por si había alguna duda, que un sector de La Romareda, mayoritario solo en el descuento, no está con el técnico aun ganando, mientras que otra parte de la grada no entiende que se cante a un entrenador o se pite en momentos donde el Zaragoza está demostrando un buen fútbol. Esa división soicial, esa ruptura que provoca la figura de Popovic, debe ser analizada muy en profundidad por el club. A Primera, a la obligada categoría que debe recuperar el equipo, se sube de muchas maneras, pero desde luego es vital que equipo, afición y club vayan a una. Al Zaragoza, en esta mediocre y nivelada Segunda, no le sobra nada para subir, menos aún con la acumulación de bajas.

El triunfo supone oxígeno al menos para una semana más para el entrenador serbio, que superará el año en el banquillo, y deja al equipo otra vez en playoff y a solo tres puntos del ascenso directo. El Zaragoza retoma el pulso en la tabla, pero sobre todo lanzó una respuesta de vida de gran valor. La Ponferradina, no se olvide, era hasta arribar al Municipal el equipo más en forma y en la primera parte estuvo a merced de un Zaragoza que, en La Romareda, por fin mostró argumentos y fútbol en un notable primer acto.

Popovic le dio la titularidad de nuevo a Isaac y apostó por Ángel en banda, ya que el deseado retorno de Diamanka dejaba claro que mantenía el dibujo con el 4-1-4-1, el sistema en el que mejor había funcionado el equipo. En momentos delicados, recurrir a los lugares comunes es una receta necesaria. Y el Zaragoza arrancó bien. Con Diamanka apareciendo mucho, con Pedro ofreciendo su mejor versión, con Dorca recuperado de su gris etapa, con Ángel activo, con Ortuño combativo... Es decir, todos enchufados. Ortuño tuvo la primera y pecó de egoísmo y Jonathan Ruiz le quitó un remate de gol a Dorca en un Zaragoza que hasta recuperaba sensaciones en la estrategia. Un córner rematado flojo por Ortuño y la presencia de Cabrera en cada balón parado así lo ratificaban.

BONO Y EL GOL

Con todo, la historia pudo tener otro guión si Bono no hubiera despejado un disparo peligroso de Álvaro Antón. Fue el único aviso antes del descanso de una Ponferradina superada y que dimitió del choque en la primera mitad. Santamaría le quitó un gol a Cabrera en un córner y, en el siguiente, el despeje le llegó a Diamanka y su disparo lo tocó lo justo Ortuño para que Pedro, solo y en fuera de juego como Ortuño, fusilara al meta visitante.

No bajó el nivel el Zaragoza tras marcar. Diamanka, omnipresente y vital, remató mal un pase de Dorca y después no llegó por poco a una buena combinación de Pedro y Rico, Ortuño hizo lucirse a Santamaría y Cabrera volvió a avisar en otro córner... El Zaragoza, desconocido en su fútbol, casi hacía restregarse los ojos a la grada, aunque un sector no se olvidaba de su poca sintonía con Popovic.

El premio del segundo gol nació en un envío de Isaac y en la desbordante potencia de Diamanka para retratar a Casado. Su pase le llegó a Dorca y su asistencia la llevó a la red Ortuño, no sin suspense. El descanso no trajo cambios, pero la primera jugada deparó la lesión de Diamanka, una terrible noticia. Popovic se decidió por Sergio Gil y el Zaragoza acusó unos minutos la baja del senegalés y el ímpetu de la Ponferradina, donde Manolo Díaz mejoró a su equipo con los cambios, con Djordjevic, con David y con el exzaragocista Basha. Fue Djordjevic el que tuvo la más clara del rival, pero Bono salió muy bien a sus pies.

Erik Morán trataba de sujetar al equipo, pero el dominio en la medular ya no era tan claro, porque Gil da más salida de balón, pero le falta más presencia en la sala de maquinas. Con todo, Ortuño tuvo dos ocasiones para poner más renta, pero se llenó de balón, y Ángel dispuso de una volea a bocajarro que dio en el cuerpo de Casado.

Tardó demasiado Popovic en unos cambios que Pedro, sobre todo, o Ángel pedían a gritos --solo al final salió Jorge Díaz y ya en el descuento del choque Abraham-- y Acorán, tras la única duda de Bono, y Yuri tuvieron la ocasión de meter el miedo en la grada. Eso sí, Adán Gurdiel sacó bajo palos un remate de Ortuño, tras pase sensacional de Erik Morán, que era el tercero con Santamaría batido. Al partido le sobraron ocasiones para aumentar el marcador en los dos equipos, pero la victoria zaragocista fue indiscutible, sobre todo por lo mostrado hasta el descanso, mientras Diamanka estuvo sano y Pedro con gasolina.

El triunfo, balsámico para frenar la racha de tres partidos sin ganar, dejó luces, destellos, latidos, de que otro Zaragoza, mejor con el balón, es posible. Sin embargo, las sombras, la división social, traen malos augurios.