Año tras año, Messi ha ido cambiando, cada día más lejos del quinceañero aquel que revindicaba su nombre contra el olvido y el mundo se lo miraba descreído. La imagen de Messi ha ido mutando de la misma manera que lo ha hecho él en el campo y en la vida. Su cuerpo se ha ido cubriendo de tatuajes e incluso se dejó crecer la barba en la Copa América. Leo, el padre de Thiago y Mateo, recién cumplidos los 29 años, ha ido abriendo poco a poco la puerta de su casa de la mano de su esposa Antonella, sin problemas para exponerle con toda familiaridad, y así se le ha visto, durmiendo en el sofá, jugando con sus hijos o haciendo carantoñas... Esa cámara cercana que le acompaña mostró ayer, de repente, al Messi más sorprendente y más rupturista. Horas después de saberse que había decidido que ya había descansado bastante y que era hora de volver al trabajo, Messi apareció sonriente y relajado, teñido de rubio platino.

Messi ha cambiado mucho por fuera, pero por dentro sigue siendo el de siempre. El motor que le mueve sigue intacto. Se ve en la decisión de acompañar al equipo al stage de Inglaterra renunciando a la semana de vacaciones que le quedaba. Con barba y de rubio, Leo se subirá hoy al avión en una expedición con muchas ausencias. No están todos los que serán, ni mucho menos, y están algunos que dejarán de estar como Tello y Montoya, pendientes de encontrar equipo.

Messi echará en falta a más de medio equipo. Bravo, Ter Stegen, Piqué, Vermaelen, Mascherano, Alba, Busquets, Iniesta y Rakitic siguen de vacaciones, al igual que los nuevos fichajes Umtiti, Digne y Andre Gomes, algunos hasta el 1 de agosto y otros hasta el 8. Solo Denis Suárez forma parte de esta primera lista en la que hay un nombre clave para que Messi haya dado este paso, más allá de su deseo de reencontrarse con la pelota cuanto antes

No está Neymar, concentrado con Brasil en busca del oro olímpico, pero sí Luis Suárez, la compañía inseparable de Leo. Su mejor amigo y con quien cenó hace unos días en Castelledefels. Una cena de muchas en la que, tal vez, se fraguó el deseo de acompañarle, aburrido ya de estar tumbado a la bartola, de isla en isla y de yate en yate, y, peor aún, dándole vueltas a la cabeza al golpe más duro que ha sufrido en su vida: la condena de 21 meses de cárcel, una sentencia que no esperaba y a la que ha recurrido, pero que provocó momentos de incertidumbre.

La alarma se encendió en el club, con noticias que deslizaban que Messi se planteaba su futuro en el Barça y en España ante lo que entendía como un acoso intencionado. La campaña 'TodossomosMessi' hay que enmarcarla en ese deseo de apoyarle, aunque el jugador no pidió ningún gesto y el mensaje fue equivocado. Lejos de ser positiva, la iniciativa ha tenido un efecto boomerang, con críticas desde todos los ámbitos.

La presencia de Messi es una gran noticia para Luis Enrique. Solo le falta una pieza, curiosamente, la que lleva más tiempo reclamando y esperando, y cuyo perfil ha variado. Perdido Nolito, el objetivo sigue siendo un delantero, pero no de banda sino más puro. Luciano Vietto parecía el elegido por 22 millones de euros, pero ayer se conocieron las negociaciones con el Sevilla por Kevin Gameiro.