La M, casi la doble M, que Marc puso de moda, se ha convertido en la letra mágica del Mundial. Lo fue ayer en Alemania, donde Mir, Morbidelli y Márquez consiguieron la victoria y se consolidaron al frente de las tres categorías del Mundial. Y MM-93 lo hizo a lo grande, empatando a 31 victorias en MotoGP con uno de sus monstruos, Eddie Lawson, fino donde los hubiese, poseedor de cuatro títulos. El nen de Cervera, a los 24 años, ya tiene tantas victorias como uno de los dioses de la velocidad.

Los había que ya creían que Folger iba a ser el sexto vencedor de la temporada tras Viñales, Márquez, Dovizioso, Rossi y Pedrosa. «No sé qué pasa, pero desde que gané en Barcelona-96, esto se ha convertido en una locura y gana todo el mundo. Hasta aquel día, cuatro pilotos nos habíamos repartido el 90% de los triunfos. Este Mundial es una locura», dijo, medio en broma, medio en serio, Rossi cuando comprobó que Folger estaba a punto de morderle la oreja a Márquez.

Pero MM-93 ha cambiado mucho. Por eso ahora es más temible para sus adversarios. Ahora piensa más que nunca, lo medita todo, se deja aconsejar, si toca podio hace podio y solo arriesga cuando lo tiene clarísimo. Dos horas antes de la carrera, Santi Hernández y su equipo rodearon a Márquez y meditaron sobre el neumático trasero a utilizar. El piloto quería el blando. «No, Marc, no, el medio. Hace más frío. Si todos llevan el medio, nosotros el medio. Llegarás cómodo al final, tendrás rueda, te quedará agarre, aprietas y ganas», le susurro Hernández. «Vale, Santi, vale», le dijo Marc. Y mano de santo.