Los goles tapan muchas cosas y el Madrid necesitaba levantar un muro en medio de su crisis para sellar su pase a octavos de final (en el otro partido del grupo el Tottenham selló el primer puesto ganando por 1-2 en Dortmund). Lo hizo en el campo apropiado y ante un rival idóneo para darse un festín (0-6) y, de paso, ver cómo algún jugador recuperaba viejas sensaciones. Fue el caso de Benzema, que volvió a marcar después de 279 días. No lo hacía desde el choque de octavos antes el Nápoles de la pasada temporada. Ante el equipo chipriota lo hizo por partida doble, lo mismo que Cristiano, que se quitó la ansiedad tras su sequía en Liga (un gol), pero muy acertado en Champions, donde suma ocho goles en cinco partidos.

Suele encontrar el Madrid un refugio en Europa donde esquivar sus males de la Liga y abandonar la cuneta para volver a la carretera. A 10 puntos del Barcelona en el torneo doméstico, la Champions le sirve al equipo blanco para cambiar la cara, pese a algún petardazo, como el del Tottenham en Wembley. Ante el débil Apoel, un equipo que derrocha entusiasmo, pero que deja ver demasiadas lagunas y en cuya hoja de servicio se encuentran dos empates ante el Dortmund, el Madrid se desbocó hasta rescatar lo mejor de su repertorio.

En el GSP de Nicosia necesitó 23 minutos para poner fin a sus despistes e imponer el orden que requería el guión de un choque que comenzó a tener una sola dirección tras el primer tanto, obra de Modric, que enganchó una volea espectacular tras un calamitoso despeje de espuela de Vinicius. A partir de ahí, el Apoel presentó su dimisión, mientras que el Madrid atisbó un filón en una defensa que clareaba demasiado. Benzema hizo un doblete, Ronaldo otro tras el descanso y Nacho se unió a la fiesta.