Cuatro años han pasado desde sus primeros días en la localidad gala, aquellas interminables jornadas que pasaba encerrado en casa mientras esperaba que llegase el siguiente entrenamiento. Hoy es un hombre bien distinto, preparando su futuro en el deporte y la vida mientras espera el nacimiento de su primera hija entre dolorosas sesiones de fisioterapia. La temporada se ha terminado para él después de romperse los ligamentos cruzados de la rodilla el pasado 29 de diciembre en un partido con la selección griega. Juan Basmalis es aragonés, pero tiene sangre griega en las venas, la de su padre, nacido en el país heleno y que ostenta desde hace años un establecimiento de hostelería en Zaragoza.

Empezando por el final, el lateral cayó en un amistoso con Grecia ante Italia. «Me lesioné yo solo haciendo una finta de brazo. En las pruebas salió que estaba roto al 100% y tuve que pasar por el quirófano. Decidí con el club operarme en Limoges y aquí estoy haciendo la recuperación».

La lesión le ha llegado en mal momento al jugador, de 31 años, aunque no se le ha pasado por la cabeza abandonar el país o el deporte. Bien al contrario, ha vuelto a las clases de inglés para reforzar su plurilingüismo, necesario en su carrera de Turismo. Además, «me gustaría ser entrenador profesional y ya me estoy sacando el curso de entrenador regional. Voy mirando al futuro, antes o después esto se acabará. Aquí me han dicho que esté tranquilo con la lesión, yo estoy muy contento con el club y ellos conmigo. Me queda otro año más de contrato y, de momento, no tengo intención de marcharme».

Las cosas fueron bien diferentes de entrada, cuando tuvo que abandonar Zaragoza de forma súbita en enero del 2014. «Jugaba en el Balonmano Aragón, pero me fui cuando la DGA anunció que no nos iba a dar la subvención y el club nos dijo que no iba a tener dinero para pagarnos y que todo el que encontrara algo, que se fuera. Nos marchamos seis o siete. Los primeros meses fueron duros. Me vine solo y no paraba de llover. Cuando llegué no sabía nada de francés, no era ni capaz de abrirme una cuenta bancaria. Me costó mucho. Iba a entrenar, volvía a casa y tenía que esperar a que hubiera entrenamiento otra vez. No hacía nada de vida, no podía relacionarme».

La agonía no fue larga para Juan Basmalis, que pronto entendió que había acertado al elegir destino. Cuatro años después lo ha confirmado. «Llegué a un equipo de Primera Nacional, pero me interesaba venir sobre todo por el francés. He estudiado turismo y me venía bien aprender otro idioma. El equipo era semiprofesional entonces, pero después de los primeros seis meses me di cuenta de que estaba muy a gusto y de que vivir aquí sería muy bueno para el futuro. Seguí otro año y al final de la temporada subimos de categoría. El club se profesionalizó y a mí me hicieron un contrato mejor. Ya había venido mi mujer, que entonces era mi novia, yo buscaba estabilidad y le propuse al club hacer un contrato largo. Llegamos a un acuerdo por tres años. Aquí hay algo que en España no existe, la seguridad de cobro al 100%. Es verdad que la vida es un poco más cara, pero lo compensas porque los sueldos son mejores. Todos los que quieren salir y no les ata algo a España, estamos saliendo porque la diferencia económica es bastante grande. Ahora no me planteo volver a casa».

Ni cuatro años de comunicación diaria, ni su facilidad para los idiomas, ni su rápida integración en la sociedad francesa le han hecho olvidar sus orígenes. «Estoy muy adaptado a la ciudad y tengo un vestuario con un grupo muy majo, pero eso no quita para que te sigas sintiendo extranjero y eches de menos a tu gente. He aprendido bien la lengua y me he sacado varios títulos, pero el acento no es el mismo, siempre se dan cuenta de que eres extranjero. Siempre lo seré, no solo por eso. En Francia dicen que se come muy bien y es verdad, pero yo, como en España, no como en ningún sitio», remata Basmalis desde Limoges, «una ciudad de 150.000 habitantes tranquila, bonita, con río como Zaragoza, pero en la que a las 7 de la tarde está todo cerrado, no queda vida». Suerte que a 7 horas de coche sigue teniendo su casa.