-El Zaragoza realiza una concentración en Andorra y ahí aparece usted. ¿Cómo llega al club?

-Se hizo un partido entre el primer equipo y jugadores del filial y yo participé con ellos. Recuerdo que el noruego Jan Berg, que estaba a prueba, recibió unas hostias de Casajús que no sabía ni por dónde le venían.

-¿Cómo recuerda aquel fichaje, con Luis Costa en el alambre?

-El domingo jugué en Tercera un Binéfar-Endesa y al día siguiente estaba en La Romareda jugando contra el Atlético un partido vital para la continuidad de Costa. Ganamos 1-0. Además recuerdo que los siguientes tres encuentros también ganamos y así Luis se salvó.

-¿Sería algo impactante vestir así tan de repente la camiseta del Zaragoza?

-Para alguien de Aragón, y canterano como yo, era impensable. Ahora parece más difícil pero en ese momento todo ocurrió con naturalidad.

-¿Cómo asimiló todo?

-Fue algo que no me dio ni tiempo a pensarlo. Ya conocía a los jugadores porque dos días a la semana entrenaba con ellos. Me habían dicho que iba a jugar de titular. No me subían por engordar los números. Había estado a punto de debutar contra Las Palmas dos semanas antes pero me habían sacado la cuarta amarilla en Tercera y no pude jugar. Luego veía que Costa no me volvía a llamar y dije: «esta va a ser la tarjeta amarilla más cara de mi vida. Me va a impedir jugar con el Zaragoza. Yo ya no debuto hasta el próximo año».

-La diferencia entre Tercera y Primera debía ser abismal.

-Yo no tuve mucho problema. Físicamente no desentonaba e incluso estaba por encima de muchos jugadores. El cambio más brutal que se jugaba más rápido y todo eso, pero la diferencia no era tan grande. Lo que más me impactó era la grada. Hasta el descanso de los partidos no me atrevía a mirar.

-¿Qué recuerda sobre su primera temporada?

-Quedamos quintos a un punto de la UEFA, a la que fue el Sporting por un empate contra ellos después de ir ganando 2-0.

-Marca su primer gol en Santander.

-Fue en una falta que me tocó Señor y antes de entrar la rozó un poco un defensa. Fue una alegría inmensa porque no estaba acostumbrado a marcar goles. De hecho recuerdo todos por los pocos que hice. No era una de mis cualidades.

-¿En qué destacaba Pascual Sanz?

-Una de mis mejores cualidades era el tiro desde fuera del área y el desplazamiento de balón, aunque en Primera no lo aproveché mucho.

-Cuando usted llega al club, ¿cómo era aquel Zaragoza?

-Se venía de ganar una Copa en 1986 y se hicieron dos buenos fichajes como el Pato Yañez y Pepe Mejías. El equipo empezó a ir mal porque ellos no se adaptaron, pero se jugaba muy bien y en esos años el Zaragoza sí era considerado uno de los grandes. Aun así yo jugaba por delante de muchos de aquellos jugadores. Creo que es más mérito que si ahora sale un canterano a jugar porque el nivel actual...

-¿Cuál es el mejor jugador con el que ha compartido vestuario?

-Sin duda Señor, y luego también Pardeza, Rijkaard y Rubén Sosa. Eran muy grandes. A nivel personal con el que mejor relación tuve fue con Pardeza. Éramos compañeros de habitación y la amistad fue cada vez a más.

-¿Qué le pasa en el segundo año que solo juega 12 partidos?

-Los jugué todos al principio, con Costa. Luego llegó Manolo Villanova y él se portó muy mal tanto personal como deportivamente. Para mí fue nefasto. Me hundió y dejó unos informes sobre mí muy malos. Me crucificó.

-Incomprensible el cese de Luis Costa.

-Fue lamentable. Se lo querían cargar por lo que fuera y lo hicieron. Fue incomprensible porque íbamos bien en la Liga y le habíamos ganado 8-1 al Sevilla, que justamente yo no jugué. Luego siendo entrenador lo entendí. Sacó a Pedro Herrera porque lo quería recuperar de una lesión en lugar de sacarme a mí.

-¿Qué ocurrió con Manolo Villanova?

-Con Villanova nada. Íbamos muy mal y no jugábamos a nada con el equipazo que había. Vino Pardeza a mitad, Rijkaard, y aun así no fue capaz de sacar nada. Con Villanova terminamos temblando.

-Al año siguiente se marcha cedido a Lérida.

-Jugué todo. Acababan de subir a Segunda, ese año lo hicimos muy malo y volvimos a descender. Pero me vino bien porque entrené con Koldo Aguirre y con Mané. Me marché porque era de ese grupo que la prensa denominó como los marginados.

-¿Cómo recuerda su vuelta un año después con Antic?

-Volví y no me quería ver ni en pintura por los informes de Villanova. Estábamos 18 y yo era el 19. Pero tuve la oportunidad de ir convocado a Málaga, salí unos minutos y marqué el 0-3 definitivo. A parte de ahí jugué bastante y quedamos novenos.

-Terminaba contrato pero Antic pide su renovación.

-Se portó muy bien. Yo lo valoro mucho porque después de leer los informes de Villanova él me conoció y cambió de opinión. Gracias a él continué dos temporadas más.

-Aquel año se va Beltrán y entra Zalba a la presidencia, que prescinde de Antic. ¿Su situación deportiva cambió?

-Fue diferente. Trajeron a Ildo Maneiro. Con él jugué prácticamente todo y luego con Víctor Fernández también, aunque al final ya dejé de contar. Participé en la promoción ante el Murcia.

-¿Será una cita que el zaragocismo recordará siempre?

-Ha sido uno de los días más espectaculares que se han vivido. Se pensaba que no acudiría mucha gente y luego había personas por las escaleras. Pero hay que decir que en el partido de ida se nos apareció la Virgen porque nos podían haber goleado.

-¿Lo compara casi como lograr un título?

-Lograr aquella salvación fue un título, e incluso más importante que ganar algo. Ayudó a que luego el Zaragoza lograse la Recopa. Cuando te ves en los malos momentos sales más reforzado siempre y ese fue el germen de los éxitos posteriores.

-¿Es la promoción su mejor recuerdo?

-No, además de mi debut con el Zaragoza, mi mejor recuerdo es cuando vuelvo a jugar después de mi marcha al Lleida. El día que vuelvo a La Romareda, con toda la gente allí, el campo lleno y ovacionándome. Tras la cesión pensé que no jugaría más en el club y tenía un mérito de la hostia a nivel personal.

-Que La Romareda ovacione a alguien de la casa tiene que ser lo máximo para un aragonés.

-Es algo que impresiona mucho. Yo siempre he sido zaragocista. Nunca he sido ni del Real Madrid ni del Barcelona, desde pequeño he ido al campo y entonces mis recuerdos van ligados a eso. No hay otro equipo.

-¿Cómo es su última temporada en el club?

-No jugué nada de nada, solo cinco partidos. Empecé jugando bien, incluso marcando algún gol. Ante el Avilés en la Copa, recuerdo. Pero con una lesión en el empeine me pegué dos meses y luego me trató un acupuntor chino que Paul Knapp encontró en un taxi. Cuando me recuperé el equipo iba bien y Víctor ya no me puso nunca. Ni yo le pregunté ni él me dijo nada.

-¿Con Víctor había jugado en los juveniles del Casablanca, no?

-Él estaba en el primer equipo del Casablanca y yo en el segundo y algún partido que me subieron coincidí con él. Además ese equipo ascendió a División de Honor. Yo tenía 15 años y él 18. Empecé a jugar al fútbol porque mi hermano mayor había jugado en el Stadium y yo fui después, y luego estuvo mi hermano pequeño.

-También tuvo problemas de espalda.

-Eso se lo inventó Manolo Villanova. A mí alguna vez me daba alguna lumbalgia y me hicieron un escáner pero aún estoy esperando a que me salga la hernia que me decían. Todo esto fue a raíz de que hice unas declaraciones duras contra él porque me prometió que me iba a dar la oportunidad de jugar y luego no hizo nada. Me parecía que era un cínico.

-¿Esa mala temporada se le achacó a las lesiones?

-Él lo justificó con eso porque ponía a cualquiera antes que amí. Yo había jugado bien la temporada anterior y no tuve ni un partido. En Sevilla hizo debutar a su sobrino, a Villarroya y a Vizcaíno antes que a mí.

-A pesar de salir por la puerta de atrás. ¿Guarda grandes recuerdos de su etapa en el club?

-Recuerdo todo con mucho cariño porque saliendo del Endesa jugué cinco años en el Zaragoza. Es una pasada y con el tiempo se le da más valor. Entonces era muy difícil jugar para alguien de la casa, de Aragón.

-Cierra su ciclo deportivo donde empezó, en Andorra. ¿Ya tenía claro que aquella era su última temporada?

-Durante aquel año en Segunda B ya sabía que era el último. Si nos hubiéramos salvado tal vez habría seguido pero no me apetecía jugar en Tercera y me retiré con 32 años.

-Después de su retirada vuelve al Zaragoza para entrenar.

-Primero entré en el cadete y tres años después entrené al Universidad en Tercera. Más adelante cuando echaron a Solana me subieron al filial durante dos años y medio.

-¿En algún momento sintió que podría dar el salto al primer equipo?

-Hombre, cuando pusieron a Garitano me tendrían que haber puesto a mí. Decidieron ponerlo a él incomprensiblemente porque la línea lógica era ponerme a mí, pero se la saltaron. Garitano estaba con los juveniles. Nunca se explicó muy bien aquello.

-Una semana después se marcha Garitano. ¿Pensó que podrían elegirlo a usted?

-Ellos ya no se atrevieron porque si no me habían puesto a la primera ya queda mal a la segunda. El día que pusieron a Manolo Villanova remataron al Real Zaragoza, lo mandaron a Segunda División.

-¿Cómo vivió la posible desaparición del club?

-Siempre piensas que en un club como el Zaragoza va a aparecer alguien. En mi cabeza nunca se planteó la desaparición. Pero hay que ser conscientes de que va a costar muchos años levantar el lastre a nivel económico. Nunca pensábamos que el club se degradaría de esta manera. Habría que hacer un acto de desagravio a Alfonso Soláns hijo o una estatua en la Plaza del Pilar para compensarle por aguantar lo que aguantó. Éramos un club serio con buenos jugadores, con dos Copas, se pagaba al día.

-En octubre le ofrecen entrenar al filial.

-Sí, pero por temas de trabajo y familiares me era imposible alternar con el fútbol. Me hubiera gustado. De hecho siempre he dicho que no volveré a entrenar hasta que me llame el filial.