El portero Manu Herrera era uno de los españoles que se encontraban en el aeropuerto de Estambul en el momento del atentado del pasado martes. El guardameta del Real Zaragoza continuó hasta ayer en la ciudad turca. "No olvidaré esta experiencia jamás en la vida. Ha sido muy duro vivirlo y más, después de ver lo que ha pasado en televisión", dijo Herrera en declaraciones al diario Marca.

Manu Herrera se encontraba cerca del control de pasaportes, donde fue una de las explosiones. "Hubo un estruendo, como si se hubiera caído una pared. Pero en ese momento nadie fue consciente de lo que sucedía". Pero poco después se escuchó otra detonación. "Ahí empezamos a alarmarnos". Fue con la tercera deflagración cuando llegaron los peores momentos: "Se escucharon disparos y gente corriendo en estampida. La gente vomitaba, unos se pisaban a otros, un caos espantoso. Lo que más me preocupaba es que donde estábamos era una ratonera".

El portero viajaba solo. Su novia, embarazada de siete meses, vivió unas horas de angustia hasta que lo localizó. "No la quise llamar hasta que no tuviera la certeza de que todo había acabado. Tampoco quería asustarla con una llamada rápida para que escuchara los gritos de pánico que se sucedieron durante un rato". Ya sabía que estaba a unos 300 metros de donde había estallado uno de los artefactos. "Hablé con el encargado de una pastelería del aeropuerto y me dijo que uno de los terroristas iba armado con un kalashnikov".

En el camino para coger los autobuses de los hoteles, los pasajeros se dieron cuenta de lo que realmente había pasado. "Atravesamos el vestíbulo en el que se veían los techos caídos, los impactos de bala en cristales y paredes y restos de charcos de sangre", dijo Manu Herrera, que luego viajaba hacia Sudáfrica.