El colegio público Marcos Frechín siempre ha sido conocido por sus grandes valores en el ajedrez. Fue hace 23 años cuando se echaron las raíces de este deporte gracias a Enrique Sánchez. Fue en el curso 82-83 cuando llegó como maestro de Primaria al colegio del barrio de Las Fuentes. Entonces tenía mil alumnos y empezaron de cero teniendo que comprar hasta los tableros y las fichas.

Por aquel entonces Sánchez tenía 26 años. "No había tradición de ajedrez y el primer año no me lo tomé en serio. Era jugador de la Agrupación Artística Aragonesa y allí ya empecé a entrenar a chicos. Mis primeros chavales tenían 18 años. Esta entidad tenía solera y muy buenos jugadores". También llevaba en el barrio Oliver el colegio Ramón J. Sender. "Escolarmente eran un desastre, pero la cantera era buenísima".

Dos años más tarde el profesor apretó el acelerador en Marchos Frechín. "Las Fuentes era un barrio obrero de familias jóvenes con varios hijos. Nuestro colegio estaba saturado. La idea era que los niños que pasaban a los institutos no se perdiesen y creamos un club. Eran casi todos niños y algún padre. Llegamos a tener 150 socios". Era el diez por ciento del colegio. Los tiempos han cambiado. Ahora estudian en el colegio poco más de 300 chicos y practican ajedrez 60 jugadores. Pero la proporción es la misma de antaño. "Siempre hemos tenido niños muy buenos. En el año 85 ya quedamos campeones de Aragón infantil y en el 86 representamos a Aragón en el Campeonato de España", indica Sánchez.

Más rivalidad

A mediados de los ochenta no había tanta rivalidad en Zaragoza como hay hoy en día. "Lo que sucede es que no había entrenadores específicos. Ahora todos los colegios tienen su monitor, hay entrenadores, hay más clubs. Estábamos arriba porque había menos rivalidad", explica Sánchez.

Ahora en Zaragoza hay una gran cantidad de jugadores en alevín y benjamín, pero se pierden muchos cuando llegan a infantiles. "En alevín en Zaragoza pueden jugar 150 niños. Quedan en el puesto 30 y eso está bien. El año siguiente pasan a infantiles y terminan del puesto 30 al 40 y ya piensan que no es muy bueno. Entonces se lo empiezan a pensar. Para atacar a los que están delante creen que tienen que progresar mucho y supone un esfuerzo y un compromiso. Se plantean dejar cosas si no lo tienen muy claro", apunta Enrique Sánchez.

La ventaja del ajedrez es que está muy bien visto en la educación integral del niño. "Tiene una prensa extraordinariamente buena. El padre ve bien que su niño haga ajedrez en el colegio. Es un deporte y le va a ayudar intelectualmente al chaval", dice. El niño que juega a ajedrez es más disciplinado que el que domina otras materias. "Con las matemáticas el niño no aprende a pensar. Pero con el ajedrez sí. Cada jugada es un problema que tiene que resolver. Si no lo resuelves bien, tu rival te demostrará que te has equivocado y que tienes que trabajar más", apunta el profesor.

Sánchez diferencia entre el ajedrez educativo y el competitivo. "Engancha si se enseña bien. El niño te pedirá más y no le gustará tanto el ajedrez de clase que es de nivel muy bajito. El educativo puede empezar a aburrir si solo se hace en clase. Si el componente competitivo lo quitamos, desaparece una pata de la mesa muy importante", dice.

Los niños de sexto de Primaria juegan una hora dos días a la semana y tienen la posibilidad de entrenarse otros dos días a la semana que son el lunes y el viernes. "El fin de semana salimos a jugar torneos fuera. El año pasado fuimos a Tarragona y a Santander", afirma. El colegio tiene un gran porcentaje de inmigrantes. "No participan igual. Hay poquísimos sudamericanos, no tenemos ningún africano y rumanos un poco más. La mayoría son españoles", explica.

Ahora la competencia es muy grande. "Destacan Ibercaja, Stadium Casablanca y la Agrupación Artística Aragonesa. Helios y Monsalud se han reconvertido en clubs de ajedrez y tienen una cantera enorme. Nosotros siempre estamos ahí, porque cuidamos la cantera". En el Marcos Frechín los niños empiezan a jugar a los cuatro años. "Ya saben mover las piezas, aunque no vienen a entrenar". Pero Sánchez cree que es mejor comenzar a jugar al ajedrez más tarde. "Los diez años es una edad muy buena para empezar. La capacidad de razonamiento del niño está en ebullición. El que empieza tarde evoluciona muy rápido y es capaz de aguantar la presión de la competición", reconoce.