No ver a Marcelo Silva en el entrenamiento del jueves por causa de unas molestias musculares que impidieron que se entrenara pero que no serán obstáculo para que juegue contra el Almería, provocó una arritmia en el Real Zaragoza. Porque la influencia del uruguayo en este equipo es equiparable a la de Ángel, si no mayor en los resultados positivos que ha logrado el conjunto aragonés esta temporada. Para comprender el alcance de su jerarquía, los números le elevan por encima de todos sus compañeros. En su presencia se han logrado las diez victorias sumadas y se ha empatado en ocho ocasiones, es decir que con el charrúa en la alineación (en 26 ocasiones) se han conseguido 38 de los 39 puntos actuales. Silva, además, ha estado en los siete encuentros en los que el Real Zaragoza no ha recibido un gol, y, lo que es aún más significativo, en sus seis ausencias por acumulación de tarjetas, expulsión y una lesión que le tuvo tres jornadas en el dique seco, se perdieron cinco partidos y se empató uno frente al Reus en La Romareda. Cuando el central ha faltado, se han producido todo tipo de seísmos defensivos y experimentos varios con nulo éxito. José Enrique en Sevilla y contra el Reus en casa; Bagnack en Getafe y Cádiz; Valentín ante el Levante y el Girona... Nadie da el cuajo del uruguayo en en ese puesto.

Marcelo Silva ha tenido sus despistes y algunos errores importantes en una línea en la que hay que estar con mil ojos para la labor propia y para reparar la desatención de los de alrededor. Sin embargo, su contribución personal arroja un alto grado de firmeza, también de seguridad. Digno heredero de la sangre volcánica de los defensores de su país, posee una aguda lectura para la intervención en socorro de los laterales, un notable juego aéreo y una furiosa irrupción en la lucha de balones divididos, por los que discute para riesgo suyo y del cuerpo que se interponga en el camino. Su tren carece de freno, también para la queja, lo que le ha costado 13 tarjetas amarillas (una de ellas indultada por Competición) y dos expulsiones por doble amonestación. Duro, con una sencilla y a veces algo plana salida de balón, su contundencia, constancia y regularidad en el rendimiento le convierten, sin duda, en el líder físico de un Real Zaragoza con gasolina para medio circuito y poco más.

Este domingo, Marcelo Silva volverá a Almería, el club donde se estrenó en España con 21 años y en el que militó cuatro temporadas, la primera de ellas en la élite con Corona en el campo y Juanma Lillo de entrenador --en la 2012-2013 ascendió con el conjunto andaluz--. Es un partido fronterizo, 90 minutos en el ojo del huracán, una cita que necesita al uruguayo por su ascendencia por números y personalidad en la plantilla. Por su arrolladora naturaleza competitiva, imprescindible. Si Ángel afila la hoja de la espada, el charrúa sujeta con nervio de acero la empuñadura.