La rebeldía de Alberto Contador ha comenzado. Hoy ganará la Vuelta a Castilla y León y pretende hacer lo mismo en las rondas vasca, catalana, Dauphiné Libéré y Vuelta a España. Esta es su forma de protestar por la discutida decisión de la dirección del Tour de excluirlo este año de la carrera por los pecados de dopaje, a los que él es ajeno, que su equipo, el Astana, cometió en el pasado, sobre todo con Vinokurov.

Patrice Clerc, presidente de ASO, la empresa organizadora del Tour, ha estado dos días en Madrid. Un viaje relámpago que ha testimoniado la negativa de su empresa por cambiar la decisión que se tomó en febrero. La ronda francesa rompió entonces una tradición. El vencedor de la prueba siempre defendía el título, salvo retirada o lesión. Contador fue el vencedor en el 2007 y, salvo un milagro casi imposible, no estará en la salida de la carrera el próximo 5 de julio en Brest.

"Que yo no vaya al Tour es un paso atrás tremendo. Por eso, a lo único que puedo dedicarme es a ganar carreras", ha indicado el madrileño. "Es una decisión injusta, ilógica y arrogante", repite Johan Bruyneel, su director, que también lo fue de Lance Armstrong durante sus siete triunfos en los Campos Elíseos, un imperio que ha dejado demasiadas heridas en Francia y que ahora, seguramente, también paga Contador de forma injusta.

Por esta razón, el escalador de Pinto ha roto otra tradición. El candidato al jersey amarillo se tomaba la mayoría de carreras previas al Tour como un simple entrenamiento con dorsal. Contador, en cambio, de vacaciones en julio, quiere ganarlo todo.

Ayer, en la etapa reina de la Vuelta a Castilla y León, demostró que era el más fuerte del pelotón, frente a ciclistas importantes como su compañero Levi Leipheimer (tercero en París 2007) y Denis Menchov, ganador de la pasada Vuelta.