Ni Johann Zarco (Yamaha), que ayer, antes de la carrera, atendió a cientos de motards en Le Mans. No solo firmó autógrafos, no, sino que cortó entradas, se hizo fotos, acudió a un acto de Monster, otro de Yamaha. Ni Andrea Dovizioso, que quería celebrar su millonaria renovación por dos años con Ducati, con otro triunfo. Ni Jorge Lorenzo, que está en modo renovación y que anda persiguiendo el cajón más alto para demostrarle a Dovi que merece el mismo trato en la casa grande de Borgo Panigale. Ni Valentino Rossi, que lleva casi un año sin ganar. Ni Maverick Viñales, que se las prometía felices el viernes al creer que su Yamaha volaría. Ni Danilo Petrucci, un leñador que se sube por las paredes con su Desmosedici, que quiere sea oficial el año que viene. Ni Dani Pedrosa, que sigue renqueante de su cadera derecha.

Nadie estuvo, ni estará, a la altura de la nueva exhibición de Marc Márquez, que lleva tres triunfos consecutivos (EEUU, Jerez y Le Mans), cuatro títulos de cinco, 38 victorias en MotoGP como Casey Stoner y, lo que da más miedo, 36 puntos de ventaja sobre Viñales, 37 más que Zarco, 39 más que el Doctor y, ¡ojito al dato!, 46 puntos sobre el subcampeón Dovizioso. «Lo más grave, no es la ventaja que ha adquirido Marc (Márquez), no; lo peor es lo que parece que está por llegar, pues su dominio es total y seguirán cayendo los puntos en nuestra contra», se sinceró Rossi, que no quiso saludar (Márquez tampoco lo intentó) en el podio.

La forma tan aplastante utilizada por Márquez, ante 105.203 espectadores que vinieron a ver ganar a Zarco, ha metido el miedo en el cuerpo a los rivales del tetracampeón. «Y no solo por su agresividad, determinación y pilotaje, sino porque su Honda es una grandísima moto», sentenciaba, con cierta ironía y sana envidia, Dani Petrucci, el único que, con una Ducati satélite, le intentó complicar la vida. «Yo veo muy fuerte a Marc, sí, pero esto acaba de empezar y, si no me caigo, le hubiese peleado la victoria», comentó Dovi.

SUPERIOR A TODOS

Y, sí, es verdad, a Márquez se le ve más feliz que nunca. Ya no sabe qué más pedirle a Honda, que ha puesto en sus manos una moto tremendamente competitiva. Pero Márquez no quiere lanzar las campanas al vuelo. «Vale, sí, de acuerdo, el Mundial se nos ha puesto de cara, pero esto es muy largo. Hoy (por ayer) se ha caído Zarco, que iba a por todas, y Dovi, al que veía, de nuevo, muy, muy veloz. Esta ventaja es fantástica, sobre todo para administrarla».

Márquez se sabe, es, tan superior que, incluso, escogió el neumático duro trasero (con el que no se atrevieron sus rivales) y, claro, al final tenía más agarre que nadie, aunque apenas lo necesitó. «Cuando he visto que se caía Zarco, he pensado: ‘Vale, el más difícil, el más motivado, ya está fuera’. Y, poco después, cuando se ha caído Dovi, entonces me he dicho: ‘¡Ojito que esto se pone bien, pero no puedes fallar!’», Ya suma 106 podios en 173 carreras, lo que es toda una barbaridad. Márquez corre en modo pentacampeón.

La próxima carrera es en Italia, en Mugello. En Le Mans, donde Marc Márquez protagonizó la tercera exhibición (bueno, lleva cinco de cinco, pero en Catar le ganó Andrea Dovizioso por 60 centímetros y en Argentina fue demasiado fogoso y le sancionaron cuando estaba arrollando a todos), el nen de Cervera recibió algunos pitos y abucheos por parte de los seguidores de Valentino Rossi, que compartía podio (bueno, el Doctor ocupaba el tercer escalón del cajón).

Y, claro, alguien le preguntó a Márquez si temía mucho ruido (o más ruido todavía) en Mugello, donde se corre dentro de 15 días. «¿Ruido? ¿Temor? ¿Prudencia? No, no, qué va. Todo se arregla con dos buenos tapones en los oídos, un casco que te aísle de todo, ¡gas a tope! y sentir el placer de escuchar como rugen los caballos de mi Honda». Habrá ruido, eso seguro. Y Valentino Rossi estará ahí. Pero Márquez está irresistible.