Jorge Pombo es otro. Atrás queda el chaval de la cantera que quiere abrirse paso, el joven que busca ganarse minutos con su descaro y acciones explosivas. El nuevo Pombo ya no es que se sepa jugador del primer equipo de pleno derecho, por descontado, sino que asume voluntariamente la condición de referente, de guía, de líder. Incluso de goleador si las circunstancias, como ahora, lo requieren. El zaragozano ha alcanzado la madurez, quiere protagonismo y lo está teniendo. Enchufado desde el minuto uno, norte ofensivo a la espera de otro delantero, fue de los más activos durante los 90 minutos, participó en la gran mayoría de acciones de ataque y suyo fue el primer gol del partido.

Es otro y es más Pombo que nunca, curtido por un camino en el que ha tenido que sortear los obstáculos que le iban apareciendo y, sobre todo, los que él mismo se iba creando. Ya no se teme tanto por esa cabeza que podía perderle sino que se celebra su presencia afianzada en un equipo y una categoría que tanto necesitan jugadores diferentes, con chispa, que llamen a rebato al resto y sean los primeros en acudir a la batalla con el diente afilado y la bota pulida. Fue así ante el Rayo Majadahonda, como lo había sido todo el verano, uno de los más destacados del equipo. Pudo ser aún mejor si le hubiera acompañado la definición en los metros finales o si le hubiese sobrado individualismo en alguna acción concreta.

Con las miradas puestas en Marc Gual, que dejó buenos movimientos, acciones de calidad, pero no marcó, en la omnipresencia de Igbekeme, en el sufrimiento a grandes ratos de Verdasca en un puesto que no es el suyo, en la solvencia de Álex Muñoz hasta la acción del gol del Rayo, en el paso adelante de Javi Ros, en la aparición sorpresa de Buff, fue Jorge Pombo el que volvió a convertirse en foco de atención cantando gol a la media hora. En el minuto 32 acabó remantando con astucia un balón puesto en el área por Verdasca tras la primera buena acción por la derecha de Benito.

Fue la manera de continuar con la línea de la pretemporada más aragonesa de los últimos tiempos. Marcada sin duda por las ausencias de jugadores importantes, han sido los canteranos quienes han aparecido y han tirado del carro. Hasta el punto de que los últimos cinco goles del verano tuvieron sello de la Ciudad Deportiva: un doblete de Soro, Pep Biel, Enrique Clemente y Pombo de chilena en el Lapetra. Con el de ayer son seis los tantos que, de manera consecutiva, han firmado jugadores de la casa.

Pombo es, Zapater mediante, el más veterano de los jóvenes valores, punta de lanza de generaciones que ya saben que se puede triunfar en el primer equipo. Como Alberto Soro, la ausencia más llamativa del partido de ayer. En la pretemporada pasó sin llamar y se instaló como la sorpresa más refrescante en un verano de bajas, ganándose el derecho a pugnar por un puesto en el once. Pero a la hora de la verdad no solo no fue titular sino que acabó viendo todo el partido desde el banquillo. Buff partió de salida y Papu, que ha vuelto al trabajo hace cuatro días, fue su relevo en los últimos minutos. Soro tendrá que esperar un poco más para seguir quemando etapas en el primer equipo.