Merece la pena ser breve porque, como en la publicidad, sobra un buen eslogan para que cale el mensaje. El Cádiz que trituró al Real Zaragoza en el Carranza estuvo formado por cuatro jugadores que participaron en el ascenso a Segunda: Cifuentes, Salvi, Aridane y Álvaro. Por dos futbolistas procedentes de Segunda B: Garrido (Racing de Ferrol) y Oliván (Granada B). Por Ortuño (Mallorca), Carpio (Alavés), José Mari (Levante). Y por Sankaré, un trotamundos senegalés de 32 años con recorrido sobre todo por Belgica y Grecia, y Abdullah, de breve paso por el Olympique de Marsella y algo más de peso en el Lorient. Una alineación de orígenes modestos que vale y dice más que mil palabras, aunque conviene destacar tres que dominaron la actitud el conjunto andaluz y que desaparecieron por completo del vocabulario del Real Zaragoza en el Carranza: equipo, orgullo y por encima de todo profesionalidad. Como ya se intuía, este club, aún siendo 14º, el más goleado de la categoría y próximo a los puestos de descenso, es líder en la táctica del avestruz. Después de la catástrofe del sábado, nadie del área institucional da la cara, ni la blanda ni la dura, para solicitar al menos una disculpa a la afición. Es el problema de vivir tras una máscara de soberbia que se desplomó en el Carnaval de Cádiz.