El gran problema para Javier Fernández, la gran esperanza española en los Juegos Olímpicos de Invierno de Pieongchang, es que todo el mundo le ve ya con la medalla colgada del cuello, como si fuera un hecho. El patinador madrileño, de la localidad de Cuatro Vientos llega al programa corto de la madrugada del viernes (2.00, hora española) en toda su madurez, a sus 26 años y en sus terceros Juegos, y en toda su plenitud, tras lograr el mes pasado su sexto campeonato de Europa consecutivo, a añadir a los dos títulos mundiales conseguidos con posterioridad a su última participación olímpica, en Sochi 2014, que se saldó con un indescriptible cuarto puesto. Una espina clavada muy honda que Superjavi luchará por extirpar hasta el último suspiro.

«Digamos que sí, que la espina de Rusia está clavada, porque me quedé a las puertas del podio, con la miel en los labios. Esperemos que en estos Juegos no pase lo mismo», reconoció el patinador español nada más llegar el pasado domingo a la villa olímpica de Gangneung. Fernández no quiso estar en la ceremonia inaugural del viernes porque no quiere que nada la distraiga de su objetivo, que no es otro que el podio olímpico.

Javier deberá poner todo de su parte para mantener esta «normalidad» que reclama. Todos le ven entre los favoritos. Incluso su entrenador, el doble subcampeón olímpico (Sarajevo-84 y Calgary-88), el canadiense Brian Orser, con quien lleva siete años entranando en Toronto, en Canadá. «Está en su mejor momento, tanto de forma física como en el aspecto mental», asegura Orser, «Cuando fuimos a Sochi, él no era campeón mundial, y ahora ya ha ganado dos veces este título. Su actitud ha cambiado por completo, de forma positiva, porque ahora ya interioriza que es uno de los principales actores de esta película».

DUROS RIVALES

También el compañero de Javier en la selección, Felipe Montoya, le sitúa en el pedestal de los favoritos para subir al podio olímpico en Corea. «Sé que todo el mundo espera la medalla de Javi. Y yo también, pero yo espero la de oro. Sé que es totalmente factible», asegura Montoya, nacido en Pereira (Colombia) y que a los ocho años se instaló en San Sebastián. A sus 27 años, Montoya se estrena en unos Juegos que, si todo va sobre la ruta prevista, deben consagrar a Javier, eso sí, con permiso de un puñado de patinadores que también entran en todos los pronósticos: los japoneses Yuzuru Hanyu y Shoma Uno, el estadounidense Nathan Chen o el canadiense Patrick Chan.

EL JAPONÉS

El joven Chen (18 años) es el único capaz de meter cinco cuádruples saltos en el ejercicio largo, pero será probablemente Hanyu (23 años y actual campeón olímpico) el que le puede plantear más problemas el español. El hecho de entrenarse juntos en el grupo de Orser no facilita las cosas, dado que se conocen como compañeros de grupo que son. «A veces nos tienen que llevar a entrenar a sitios distintos», reconoce Javier. Con el oro en juego, la anterior convivencia idílica se ha desvanecido. Pero tiene algo positivo: «Entrenar con tu mayor rival es importante porque nos mantiene a todos vivos y con los dientes largos».