Parece mentira, quizá hasta irreal. Pero cada partido que pasa Leo Messi es mejor. Hasta mucho mejor, capaz incluso de batirse a sí mismo cuando la estrella está iniciando su décimocuarta temporada con el Barça. Con Valverde, que lo ha acercado más que nunca al área, Messi está asombrando, y ya es mucho decir después de los prodigios diarios que ha dejado en la última década, por su espectacular contundencia ofensiva. El 50% de sus remates a portería acaban en gol. Lleva nueve tantos en las primeras cinco jornadaas de Liga, récord hasta para él.

No se conforma Messi con establecer nuevos registros sino que explora, además, universos nuevos que deslumbran a todos, incluidos a sus propios compañeros, por no hablar ya de Valverde, que lo ha entendido a la primera. Por mucho que el técnico se reste importancia. «Yo solo lo pongo en el campo, no sé qué más se puede hacer», dijo el Txingurri como si nada trascendente hubiera hecho en su corta estancia con el genio.

Pero lo ha hecho sentirse extremadamente cómodo. Y ni siquiera él halla explicación. «Me preguntáis por Messi, pero ya no sé qué decir», admitió el entrenador. En menos de dos meses, se ha quedado sin palabras, deslumbrado por la luz del 10, capaz de sobrevivir a cualquier escenario, por tenebroso que sea.

A la espera de consolidar el juego, el equipo camina firme en la Liga (cinco partidos, cinco victorias, 15 puntos de 15 posibles) gracias a la eficacia de Messi. Por no tener, Leo no tenía ni a Dembélé, el joven que venía a hacerle la vida un poco más fácil. Mientras el francés pasaba la noche en el hospital de Turku (Finlandia) tras ser intervenido de esa grave lesión muscular que le tendrá «tres meses y medio de baja», Messi realizaba ocho remates, siete de ellos a portería y marcaba cuatro goles al Eibar. Como si nada, vamos

Otro día más la oficina.