La embajada de Rusia en Alemania ha protestado enérgicamente por la detención, en el aeropuerto de Múnich, de un hincha ruso que viajaba a Bilbao y sobre el cual pesaba una orden de arresto internacional emitida por Francia. Según los investigadores franceses, el detenido propinó una grave paliza a un británico en Marsella durante la celebración de la Eurocopa en el verano del 2016, que le provocó la parálisis en medio cuerpo, y probablemente, graves secuelas.

Mientras tanto, ni el Spartak de Moscú ni las autoridades rusas han reaccionado aún a los incidentes registrados en los prolegómenos del partido de la Europa League con el Athlétic en Bilbao, en los que se produjeron varios heridos y un ertzaina falleció debido a una parada cardiorrespiratoria.

Todos los problemas generados por los ultras rusos en los últimos años suscitan serias dudas de que Rusia pueda organizar el próximo verano una Copa del Mundo sin violencia. Precisamente, en su cuenta de Facebook, el portavoz de la legación rusa, Denis Mikerine, ha calificado la detención del ciudadano ruso de "pretexto destinado a exacerbar y a politizar el tema del hooliganismo en el fútbol antes del Mundial del 2018 en Rusia". Mikerine ha condenado con duras palabras "la detención y extradición a un tercer país de un ciudadano ruso" que no había cometido "ningún delito en suelo alemán".

A LA ESPERA DE LA REACCIÓN DEL CLUB Y DEL KREMLIN

Resta por ver si las palabras de Mikerine son suscritas en las próximas horas o días por el propio club, el Spartak de Moscú, o altos dirigentes del Gobierno ruso, en particular después de los incidentes en las calles de la ciudad vasca. La página web del club, esta mañana, guardaba silencio acerca de los incidentes antes del encuentro, y se limitaba solo a reseñar de forma escueta su desarrollo y a reproducir las palabras del entrenador, Massimo Carrera, felicitando a su equipo por el juego desplegado que, no obstante, no permitió superar la eliminatoria. Ningún ministro o destacado dirigente había reaccionado a media mañana a los sucesos de Bilbao.

Numerosas oenegés en Rusia han denunciado la pasividad y la actitud ambivalente de las autoridades rusas acerca de la violencia y los brotes de racismo en el fútbol local. Tras los ataques de los ultras rusos a los hinchas ingleses en Francia, prominentes miembros del 'establishment', como el diputado Igor Lebedev de la facción ultranacionalista LDPR, alabaron sin ambages las agresiones, difundiendo en Twitter que no veían "nada malo" en las peleas.

El propio presidente Vladímir Putin se permitió incluso ironizar al respecto, asegurando que no entendía como "200 rusos" habían podido superar a miles de británicos. Los partidos de fútbol en Rusia se juegan en medio de medidas de seguridad extremas: en partidos de alto riesgo, existen varios cordones policiales y cámaras de televisión que los hinchas deben superar antes de acceder al estadio. En un programa documental de la BBC emitido hace un año, miembros de grupos radicales rusos prometían emboscar a los fans ingleses durante la celebración de la Copa del Mundo.