Un gran rayo dibujado sobre su camiseta negra, la cinta con una calavera. Fabio Fognini se lanzó al abordaje cual pirata blandiendo su raqueta sobre la tierra roja del Foro Itálico. Rafael Nadal se defendía como podía del acoso. Así, durante cinco juegos seguidos, sin dar descanso, el tenista italiano logró dar la vuelta a un marcador que tenía 4-1 en contra y acabó haciendo suyo por 6-4, después de una hora.

Nadal se sentó con cara de susto en la silla mientras regaban la pista para iniciar el segundo set. Su pase a las semifinales del Masters 1.000 de Roma volvía a estar en peligro. El año pasado le echó en esa misma ronda el austriaco Dominic Thiem. Había que cambiar de táctica y Nadal volvió a la pista decidido. Tenía que recuperar el mando y lo hizo bajando la altura de la bola, además de ser más agresivo. La decisión fue acertada. Fognini ya no encontraría su mejor posición para pegar esos tremendos latigazos con los que mandaba la bola a la línea de flotación del mallorquín.

Superado el susto, Nadal ya solo cedería tres juegos para imponerse por 4-6, 6-1 y 6-2. «Era importante cambiar la dinámica del partido. Él controlaba los puntos más que yo. Debía ser más agresivo y presionar con mi derecha y eso hice», explicó el español.

Nadal se enfrentará hoy en su décima semifinal en Roma, donde ha ganado siete títulos, a Novak Djokovic, que pasó tras remontar ante el japonés Kei Nishikori (2-6, 6-1, 6-3). Pablo Carreño cayó ante Marin Cilic por un doble 6-3.