Rafael Nadal cerró su pase a cuartos con contundencia, al ritmo de sus anteriores partidos, en menos de dos horas, cediendo solo cinco juegos a Roberto Bautista (6-1, 6-2 y 6-2), pero no salió contento de la pista. Carlos Ramos, el juez de silla del partido, le amargó el día al sancionarlo por perder tiempo en dos ocasiones. «Mi pregunta es: si yo termino un punto en la red, yo ya no puedo ir a coger la toalla, ¿no? Contigo no puedo. Con los otros [jueces] quizá sí, contigo no. Está bien, ya lo sé. He terminado un punto largo, voleo, voy a esto... Vuelvo y me pitas warning... Está bien. Entonces, ¿yo qué hago? ¿Voy corriendo?»

Ramos siguió dando explicaciones, pero la discusión acabó con Nadal amenazante. «Entonces me vas a tener que pitar muchos warnings. Pítalos, porque, total, no me vas a pitar más», le soltó, aunque después ante los periodistas dijo que «las cosas de la pista se quedan ahí, en la pista», aunque insistió que Ramos tiene «fijación conmigo. Es un árbitro que me busca y me mete siempre presión. Le respeto pero también pido respeto. Las reglas hay que saber utilizarlas, no somos máquinas», criticó.

Nadal ya no jugará hasta el martes. Ahora tendrá un día de descanso. Su próximo rival volverá a ser un compañero de la armada española: Pablo Carreño. El asturiano estará por primera vez en unos cuartos de final de un Grand Slam (Nadal lleva 31) y se ganó el premio después de una durísima batalla con el canadiense Milos Raonic al que se impuso tras 4 horas y 18 minutos por 4-6, 7-6 (7-2), 6-7 (6-8), 6-4 y 6-4, en el séptimo match ball.

No pudo acompañarle y repetir los cuartos del año pasado Albert Ramos que cayó ante el campeón Novak Djokovic por 7-6 (7-5), 6-1 y 6-3. Hoy buscarán su plaza Carla Suárez y Fernando Verdasco,

CUADRO FEMENINO / El mismo día que hace justo un año Garbiñe Muguruza conquistaba Roland Garros, la campeona cedió su corona al caer en los octavos de final ante la francesa Kristina Mladenovic por 1-6, 6-3 y 6-3. No era la celebración que podía esperar. Se marchó de la pista cabizbaja, hundida, mientras los aficionados que llenaban las 10.000 plazas de la pista Suzanne Lenglen, coreaban el nombre de su rival («Kiki, Kiki!!») y entonaban la marsellesa. Lo habían hecho durante el partido, en momentos claves, cada vez que Mladenovic lograba un punto ganador o, incluso, con algún fallo de Muguruza y eso hizo que la española se marchara de la pista dolida por su derrota y también por el comportamiento del público. Se marchó casi sin saludar y moviendo su dedo índice con el gesto del no.

El público ayudó a la francesa desde las gradas, pero en la pista se lo ganó a pulso y a pesar de sus errores (16 dobles faltas). Jugó valiente, de tú a tú a Muguruza. Con armas parecidas a las de la española. Mladenovic dio el primer golpe rompiendo el servicio de la española y lo remató con el primer set en el que solo cedió un juego. Muguruza encajó el golpe y se repuso en la segunda manga para forzar el set decisivo. Las gradas seguían calientes y animaban a Mladenovic que volvió a arrebatarle el saque de salida. Muguruza tuvo dos oportunidades para hacer el break y recomponer la situación, pero Mladenovic salvó la situación y tomó una ventaja que ya no cedería.