Rafael Nadal, número uno del mundo, superó un muy difícil debut en Pekín ante el francés Lucas Pouille, al que venció 4-6, 7-6(6) y 7-5, y consiguió el pase a segunda ronda en el Abierto de China. Pouille, verdugo el año pasado del propio Nadal en el Abierto de Estados Unidos, se apoyó en un potentísimo saque y en un juego al límite de la línea para poner contra las cuerdas al español, hasta el punto de disponer de dos bolas de partido en el segundo set.

El balear, sin embargo, demostró que su mejor tenis llega en los momentos más agónicos, remontó ese desempate y, rompiendo por fin un servicio de Pouille en el final del tercer set, consiguió la victoria. El francés, número 23 del mundo y campeón este año en Budapest y Stuttgart, se creció frente al español, con primeros saques que en numerosas ocasiones superaron los 200 kilómetros por hora, y que le dieron a Pouille nueve puntos directos.

En la siguiente ronda, Nadal afrontará un duelo a priori más sencillo que el de ayer ante el ruso Karen Khachanov, que venció al chino Wu Di (6-4, 6-2). El español afronta el Abierto de China, que no gana desde 2005, como una importante etapa en el final de temporada de cara al Masters de Londres, el título más importante que falta en su vitrina.

El español jugó ayer ante un público entregado a su juego, ya que Pekín es uno de los lugares fuera de España donde atrae más aficionados, por lo que fue jaleado como si estuviera en casa, y las gradas estuvieron abundantemente adornadas con banderas españolas y hasta alguna balear. Nadal ha perdido dos finales en los últimos años en Pekín, ambas ante el serbio Novak Djokovic, y tiene un vínculo sentimental con estas pistas, ya que fue en ellas donde logró la medalla de oro en los Juegos Olímpicos del 2008. «Estoy feliz de que la suerte me haya acompañado. En un 80 por ciento de los casos debería haberse resuelto a su favor. Gané porque me tocaba ganar y espero que este triunfo me dé confianza para lo que viene».