Natxo González no ha hecho nada diferente, ni por supuesto mejor, que sus predecesores recientes en el cargo. Sin embargo, su destino está siendo distinto por el momento. Víctor Muñoz, Ranko Popovic y Luis Milla, los tres técnicos que arrancaron la temporada, y Lluís Carreras y Raúl Agné con la Liga ya entrada en fechas, acabaron en el patíbulo con una hoja de servicios superior. Natxo González es, ahora mismo, el peor entrenador en puntuación porcentual con la nueva propiedad al cargo.

Su suerte, en cambio, está siendo completamente opuesta por una razón principal. No tanto porque la fe en su figura sea divina, que no lo es más allá de la natural defensa de Lalo Arantegui, su gran valedor en el club desde la dirección deportiva, sino justamente por las perjudiciales experiencias pasadas con los relevos en el banquillo.

Un cambio de entrenador no conduce directamente al fracaso, aunque al Real Zaragoza las destituciones casi siempre le han salido mal últimamente, ni mantenerlo garantiza el éxito. La continuidad de las plantillas tampoco asegura los triunfos ni las revoluciones acaban inexorablemente en fiascos. Un proyecto no es bueno por el simple hecho de ser conservador. Hay una variable fundamental que hace que las decisiones sean victoriosas o decepcionantes: el acierto. Justamente eso es lo que cree la Sociedad Anónima que ha sucedido esta temporada una vez más. Ha habido más desaciertos que aciertos. Y la consecuencia es la mala clasificación y que, nuevamente, el técnico está en entredicho.