Leganés y Sevilla se anularon en Butarque (1-1) y dejan para el partido de vuelta el desenlace de la eliminatoria de semifinales de la Copa del Rey que enfrenta a ambos conjuntos. Muriel adelantó a los sevillistas en el 20, pero el tanto de Siovas tras el descanso deja las espadas en todo lo alto para el partido en Nervión.

Desde el arranque se vio al Sevilla con ganas de llevarse un buen resultado al enfrentamiento de vuelta como ya sucediera en las eliminatorias anteriores. Intimidante e intenso, impuso un ritmo muy alto que incomodó al rival. Incluso pudo adelantarse a los tres minutos en un córner que no culminó Mercado.

El susto sirvió de estímulo al Leganés, cuya idea era no encajar goles y obtener provecho de lo mucho o poco que tuviera en la parte ofensiva. Se entendían bien los sevillistas en ataque, moviendo el esférico en campo contrario con velocidad y precisión. Las vertiginosas conducciones de Sarabia hacían sangrar a la zaga y Muriel dio un aviso cuando remató un esférico que se había paseado por delante de la portería, sacándolo Gumbau desde el suelo cuando olía a gol.

Se le escapó en esa al colombiano, pero poco después acabó celebrando. Una pérdida de Beavue en la medular y la posterior transición andaluza dejó en situación de dos para dos a Sarabia y al propio Muriel con Bustinza y Siovas. Abrió el primero y definió el segundo de tiro cruzado.

La diana valía oro porque daba serenidad y era un excelente escudo contra cualquier estocada rival. Porque el Leganés también se acercó a puerta al capturar Beauvue un balón muerto, pegándole ajustado pero por encima del larguero. De ahí al descanso, el Sevilla pudo ampliar la ventaja. Un tiro de Correa desviado por Brasanac se fue cerca del palo. Y Champagne evitó el gol con el zapatazo de Lenglet.

REVULSIVO LOCAL

Necesitaban un revulsivo los blanquiazules y del vestuario volvieron con Eraso en lugar del amonestado Brasanac. A ese cambio de piezas se le sumaron una mentalidad más valiente y el traje de gran competidor. Con garra y también algo de orgullo el equipo dio un paso hacia adelante pese a la adversidad. Y lo vio recompensado aunque para ello tuviera que sonreírle la fortuna gracias infortunio de Sergio Rico. El portero cobró protagonismo en lo negativo al intentar despejar en el segundo palo un balón aéreo. No acertó en su idea y Siovas, casi sin querer, acabó tocándola de cabeza rumbo a las mallas. Emergió entonces de nuevo el mejor Sevilla, el que carburó durante el periodo inicial. Pero el marcador ya no se movió. El Pizjuán dictará sentencia.