—¿Por qué al Goa, a la India?

—Porque tras pasar por dos clubs grandes de Segunda División, como Oviedo y Zaragoza, quería vivir una experiencia diferente, salir fuera al extranjero. Surgió esto y es un cambio radical. Voy con ganas, ni de vacaciones ni solo a ganar dinero, sino con ilusión a una Liga en crecimiento y que cada vez es mejor. En pocos días me marcho. La Liga empieza el 15 de noviembre, vamos a estar un mes de pretemporada y, como el míster es de aquí, venimos todo el equipo y parte del club a Murcia, a La Manga, tres semanas. Después acaba a finales de marzo y luego hay un playoff entre los cuatro primeros. He firmado allí dos años y ya veremos cómo sale todo.

—El míster además es aragonés, Sergio Lobera...

—Ha entrenado en varios equipos, también en el extranjero y estuvo en la cantera del Barcelona. Y luego están Lanza, Corominas, Juste, Colunga y Manuel Arana. Con tres de ellos he jugado de compañero. Para nosotros seis es la primera vez, ninguno ha estado y no sabemos lo que nos vamos a encontrar, pero hoy en día todo el mundo juega el fútbol. Se ve en los Mundiales, que ya no hay selecciones pequeñas. El fútbol cada vez es más global y grande y nivel va a haber seguro.

—¿Con qué sensación se fue del Zaragoza?

—Un poco agridulce, claro. Al llegar vi que la exigencia iba a ser igual o hasta mayor que en el Oviedo, porque el Zaragoza es el club más grande de Segunda con mucha diferencia y de los más grandes de España. Llegué en un momento complicado, nos pusimos el objetivo duro y difícil por la presión añadida para los jugadores que había de no descender, por todo lo que implicaba bajar para el club. Logramos el objetivo sufriendo mucho, más de lo que teníamos que haber sufrido. César (Láinez) nos ayudó mucho, en lo personal a mí también. Yo me encontraba muy bien allí y acabé contento, porque volví a disfrutar del fútbol y llevaba años sin hacerlo. Tenía muchas ganas de empezar esta temporada en el Zaragoza, pero pasó lo que pasó.

—Pasó que le comunicaron que tenía que buscarse otro equipo.

—Entonces, yo llegué a pensar en que si venía bien el 10 de julio podía convencer al míster, que no me conocía. Es lo que intenté, con todas mis fuerzas, hice una minipretemporada por mi cuenta, pero al llegar entrené lo mejor que pude, muy bien, pero la decisión era la misma. No era un tema deportivo la decisión de que saliera, estaba ya tomada. Era algo clarísimo, pasara lo que pasara. No tengo ninguna duda.

—¿Se les presionó mucho a los descartados para que salieran?

--Claro que nos sentimos forzados y presionados del todo a irnos. Te dicen que hagas lo que hagas no vas a seguir o lees en prensa que no volveremos a vestir la camiseta del Zaragoza. Se te quitan las ganas, aunque seguía entrenando igual, pero sabes que va a ser imposible. La razón de esa decisión tan drástica conmigo de verdad que no la sé.

—Al final se marchó en los últimos días de mercado porque costó llegar a un acuerdo.

—Cada parte defendió lo suyo. Todo se dilató en mi salida porque mi primera intención era cambiar el parecer del entrenador, que no ha tenido que ver en la decisión, y después quise esperar hasta que saliera algo de fuera de España interesante. Rechacé ofertas de Segunda, porque ir a otro club en esta categoría era un paso atrás. He estado en cinco clubs ya y el más grande era el Zaragoza, el cambio era seguro a peor.

—¿Le guarda rencor a alguna persona del club?

—No, a nadie, ni creo que se me haya tratado mal. Pensaron una cosa y nosotros somos los jugadores y acatamos la decisión del club. Hay un contrato de por medio que hay que respetar y para eso están. El Zaragoza no se va a tirar piedras sobre su tejado, en mi caso y en el del resto de descartes. La decisión es respetable.

—¿Qué balance hace de su etapa en el Zaragoza?

—Es positivo en líneas generales, porque estoy muy contento de haber jugado en el Zaragoza, aunque fuera en un tiempo tan difícil y corto. Aquí se me dio una oportunidad de jugar en un equipo grande. En ese sentido, contento, aunque al final llegara la decepción por no poder seguir.

—Ha entrenado todo el verano con ellos. ¿Qué le parece la plantilla del Zaragoza y por qué cree que ha empezado la Liga tan mal en los resultados?

—He visto todos los partidos, hay buenos jugadores, el míster tiene una idea muy clara y poco a poco se va viendo. Cuesta porque hay muchos futbolistas nuevos y muchos cambios. Hay que valorar el trabajo de los jugadores que siguen como Ros o Zapa, que han hecho que el equipo esté más integrado y que parezca que lleva más tiempo junto. Tienen calidad y quizá falta un poco de mala hostia, como contra el Alcorcón o en Lugo. En Segunda se gana a veces con el otro fútbol. El Zaragoza es superior futbolísticamente a los rivales, estos lo saben y van a intentar otras vías para ganarle. Cuando el equipo sea un poco más pillo y juegue mejor al otro fútbol a todos les va a costar mucho meter mano al Zaragoza e irá para arriba seguro.

—¿Con quién se queda?

—Borja es un delantero diferente, alto y que todo el mundo piensa que es para quedarse el balón y buscar segunda jugadas. Pero tiene velocidad y gol. Va a dar mucho que hablar en el fútbol español. Y después Eguaras, Alain o Febas tienen mucha calidad.

—¿A pesar de ese mal comienzo hay que considerarlo candidato a subir?

—Cuando empieza la Liga solo por el nombre piensas que el Zaragoza es candidato, pero hablar de ascenso ahora no es positivo. En Segunda no vas a ganar todos los partidos, sino que debes crear una base y fortalecerla. Después, la competición pone a cada uno en su sitio y, si llegas bien posicionado a los dos últimos meses, es donde se juega de verdad el objetivo final. Tener la meta de ascender en la jornada uno es inmolarse, es volverse loco y gastar fuerzas innecesarias.