El accidente, la muerte, sorprendió a Ángel Nieto, de 70 años («yo no tengo 70 años, tengo 700 vividos, disfrutados, con riesgo y pasión», le dijo hace dos semanas a su amigo Jorge Martínez Aspar), en plena transformación de su vida familiar y deportiva. Nieto hacía ya tiempo que había decidido abandonar paulatinamente su presencia en el Mundial de motociclismo, para centrarse en la carrera deportiva de su hijo pequeño Hugo, de 16 años, fruto de su relación con Belinda Alonso. Hugo quiere ser tenista y a papá le encantaba la idea.

Hugo tiene 25 años menos que Gelete, el mayor de los Nieto, hijo de la primera esposa del campeonísimo, Pepa Aguilar, y 22 menos que Pablete, el segundo vástago del primero matrimonio del 12+1. Hugo era, encarrilados los dos mayores, el ojito derecho de Nieto, de ahí que esté becado, desde hace ya dos años, en la nueva y prestigiosa academia que Rafa Nadal tiene en Manacor, convirtiendo a su padre en su más firme seguidor. «Desde luego, prefiero que Hugo juegue a tenis que corra en moto, lo tengo clarísimo», repetía papá Nieto.

El accidente, de alguna manera, estuvo ciertamente provocado por la transformación que se iba a producir en la vida de Nieto, ya que el campeonísimo de Vallecas había cogido el quad y se había puesto el casco sin atar para ir a comprar, a muy poca distancia de su casa, unas lámparas para el jardín. La razón no era otra que Nieto tenía ya alquilada la casa por todo un año (los nuevos inquilinos entraban el primero de agosto a ocuparla) y quería dejarles el jardín niquelado, con todas las luces en marcha y relucientes, para él poder trasladarse a su nueva residencia mallorquina, cerca de la población de Manacor, desde donde poder seguir de cerca la trayectoria de su hijo Hugo, que soñaba, dentro de un par de años, con poder lograr una beca en una universidad norteamericana para compatibilizar tenis y estudios.

CAMBIO DE VIDA

Es posible, sí, que si no hubiese sido por la necesidad de acudir a esa casa de lámparas, situada a muy pocos metros del cruce de las carreteras de Santa Eularia con Santa Getrudis (es más, antes de ser embestido por el Fiat 500 de una ciudadana alemana de 38 años, Nieto estaba ralentizando su marcha para aparcar su vehículo frente a la puerta de la tienda), el accidente se hubiera podido producir cuando el campeón hubiese bajado a comprar el pan o los periódicos con idéntico desenfado y escasa precaución que fue a escoger las lámparas del jardín.

Uno de los pocos que sabía que Nieto había decidido apartarse discretamente de las motos, del paddock, por más adoración que le tuviésemos en el Mundial y lo mucho que disfrutaba paseando por los boxes, era el que fue su discípulo y heredero, Jorge Martínez Aspar. El campeonísimo valenciano había invitado a cenar a Ángel y Belinda la noche del domingo del GP de España, que se celebró, el pasado 7 de mayo, en el circuito de Jerez.

Aspar, que acudió, cómo no, con su esposa Amparo Vílchez, intentó convencer a su maestro durante la cena para que aceptase trabajar con él la próxima temporada, reforzando la estructura directiva de su enorme escudería. Nieto no tuvo más remedio que sincerarse con su amigo y reconocerle que su vida iba a dar un vuelco y que se trasladaría a Mallorca para apoyar a Hugo. Todos esos maravillosos planes, que no solo eran respetados sino apoyados por su familia, estallaron por los aires cuando, el miércoles 26 de julio, a las 10.30 horas de la mañana, ese pequeño Cinquecento, cuya conductora pasó sin problemas el control de alcoholemia, golpeó (los testigos contaron que el choque fue «poco violento») el culo del quad del campeón, que salió despedido, con tan mala suerte que, en el vuelo, perdió el casco y al caer se produjo un gravísimo traumatismo craneoencefálico. A partir de ese instante, ya todo fue una carrera contra la muerte en la UCI de la Policlínica Nuestra Señora del Rosario, de Eivissa, cuyo equipo médico hizo todo lo que pudo por salvar al maravilloso expiloto.

EL PEOR DESENLACE

Lo cierto es que los nueve días que Nieto estuvo inconsciente todo fueron esperanzas e ilusiones pese a que los médicos, todos, los ibicencos, los externos y los amigos doctores que le visitaron sin él enterarse, entre ellos Ángel Villamor y Antonio de Lacy, jamás lanzaron las campanas al vuelo con la recuperación, ni siquiera cuando los diversos TAC mostraban cierta mejoría cada día y poco a poco.

La reciente muerte del piloto norteamericano Nicky Hayden en idénticas circunstancias («ves, otra vez la carretera, donde hay muchísimo más riesgo que en los circuitos», reconocieron ayer al unísono Valentino Rossi y Jorge Martínez Aspar) convertía la recuperación de Nieto en un pequeño milagro, pese a que el watshapp que Gelete nos envió, aquel mismo miércoles, fue «aquí estamos, empujando para que todo quede en un susto». Pero el susto, desgraciadamente, se convirtió en muerte.