—Desde que empezó la temporada dijo que esto iba a ser muy difícil. ¿Pensaba que iba a resultar tan difícil?

—Sí. Pensaba que iba a ser como está siendo. Igual que tú trabajas y te esfuerzas, los demás equipos también. Yo visualizo siempre ganar y me planteo que el Zaragoza le puede ganar a cualquiera, pero soy consciente de la realidad del fútbol y sabía que esto iba a ser así. Lógicamente, no gusta perder. Uno no aprende a perder con la experiencia, pero sabe que la derrota existe.

—¿Por qué no termina de funcionar el equipo?

—No me gusta hacer balances. El resultado condiciona muchísimo la opinión de unos y otros. La igualdad es tanta que la línea es muy delgada. Contra el Girona creo que hicimos buen partido, pero perdimos y el aficionado, que está cansado de perder como yo, no quiere escuchar ese análisis. Van a decir que has hecho cero autocrítica, pero la verdad es que perdimos por un detalle como una falta, que es súper importante hoy en día en el mundo del fútbol pero que no pasa de ser un detalle.

—Se pierde por detalles, pero el Zaragoza tampoco ha cogido un tono de regularidad.

—En cuanto pierdo un partido, yo estoy muy jodido un par de días. Han pasado, ahora ya estoy con las mismas ganas locas del principio. Ya sé que lo que voy a decir es casi tan viejo como el balón, pero hay que ir partido a partido. Esa es la realidad. ¿Qué es regularidad? ¿Encadenar varios partidos con victoria siendo muy superior? Eso lo pueden hacer pocos equipos, quizá solo el Levante. Pero también porque tiene un colchón de puntos que le da tranquilidad a la hora de jugar.

—Cuando van las cosas mal, se reparten culpas entre el entrenador y los futbolistas. ¿Quién es más responsable?

—Yo soy muy autocrítico. Me siento más responsable. Como jugador y capitán no puedes estar contento si han echado a un entrenador porque es el jugador el que está en el campo. Y cuando pierdes y tú juegas, te sientes el máximo responsable.

—¿Qué tipo de relación ha tenido con los dos entrenadores de esta temporada?

—Parecida. Son dos personas muy diferentes. El futbolista es muy egoísta por naturaleza, pero mi situación actual es diferente. Yo ahora no pienso como hace diez años. Ahora muchas veces me pongo en la piel del entrenador, y también pienso más en colectivo. Me preocupa mucho más lo que pueda pasar como grupo, como equipo, que lo que me pase a mí. Lógicamente, quieres hacerlo bien y jugar siempre. Yo antes me planteaba querer competir cada semana, pero ahora me doy cuenta de que muchas veces pienso más en lo que haría como entrenador. Por eso muchas veces me dicen que lo seré.

—Si fuera entrenador, ¿qué piensa que tendría que hacer con este Zaragoza?

—Lo que pienso es que es jodido cuando te preguntan por algo positivo. Positivo es pensar que si el domingo ganamos, las preguntas de esta entrevista serían diferentes. Si el equipo gana y juega bien, las preguntas son otras. Yo estuve jodido el día que volvimos de Tenerife y al día siguiente. Además, aquí en cualquier sitio te recuerdan lo que pasó... Pero en la mano del futbolista está resarcirse, algo que no puedes hacer como entrenador. Pero, bueno, eso ya me tocará. Ahora lo que me toca es jugar.

—Dice que ahora piensa más en el colectivo. ¿Cómo es el grupo que hay en el vestuario?

—Es muy bueno. Igual ahora sientes más peso y te miran diferente, pero no lo puedo comparar a cómo lo veía con 20 años. Entonces veías, oías y callabas. Pero, vamos, es un grupo supersano, joven y con mucha ilusión.

—¿Cómo se sienten en el campo? ¿Se dan cuenta de que el equipo no carbura?

—Algún compañero me hablaba el otro día y me decía que podíamos estar atrás y que no pasaba nada. Ahora da esa sensación de que el equipo se metió muy atrás, pero lo hace el Atlético de Madrid y como ha conseguido resultados, nadie se plantea nada. Todos van a muerte con esa idea.

—Quizá la imagen queda porque en Tenerife no consiguieron hacer daño en ataque.

—Claro, hay que salir a la contra y dar algún susto. La cuestión no es meterse atrás o no, sino ser conscientes de que en todos los partidos se sufre. Y que no pasa nada por sufrir, que los rivales también trabajan y te estudian. El entrenador nos ha dicho muchas veces que tenemos que aceptarlo, que siempre hay algún rato malo. Tú prevés un partido, pero luego se da como se da. Si te toca sufrir, pues te toca.

—El mensaje de los dos entrenadores, sin embargo, ha sido otro. Nada más acabar el partido ante el Girona, Agné dijo que el Zaragoza debe competir siempre desde el balón, pero en solo unos días alineó un equipo que no se correspondía con esa idea.

—Cada partido es un mundo. Si sacas cuatro contraataques y das cinco pases seguidos con calidad y rapidez, también dirías que juegas bien a fútbol.

—¿Cómo se encuentra personalmente?

—Bien. Físicamente tengo los problemas típicos de un futbolista que juega casi siempre, pero todos controlados. De la espalda ahora mismo ni me acuerdo, aunque hace un mes era otra cosa. Tengo la suerte de que me están manejando muy bien. No me gusta perderme entrenamientos, hay que estar ahí siempre y dar ejemplo. Pero hay veces que directamente me dicen: «Zapa, tú hoy no entrenas».

­­—¿Imaginaba que iba a responder tan bien físicamente después de tantos años sin poder competir?

­—Cuando yo empecé en verano, ya me tuvieron que frenar. Siempre he vivido esta profesión en el día a día las 24 horas. Como lo que tengo que comer, descanso, me cuido... No sé hacerlo de otra forma. A principio de temporada yo pensaba en cómo iba a evolucionar mi cuerpo y ahora me dicen que el año que viene voy a estar mejor, pero ni me puedo comparar con lo de hace diez años, ni con algo más cercano porque llevo mucho tiempo sin este ritmo.

—¿Esos cuatro años sin competir los ha notado en el trato con el balón, en el tacto?

—No. Llevaba cuatro años sin competir, pero haciendo kilómetros. Entrenaba dos veces al día de lunes a sábado, aunque no tenía el desgaste de competir, el estrés, la presión, la adrenalina. Todo eso que echas de menos es lo que te genera más cansancio. ¿Pero sabe lo que más desgasta de todo? Perder.

—¿Teme que La Romareda pierda la paciencia?

—Yo no temo nada. Si estoy aquí es porque tengo ganas de sacar esto adelante. Lo que podría temer, cosa que no voy a hacer, es bajar los brazos. Si en algún momento yo pensase así, me quedaría en casa.

—¿En la calle se encuentra muchos agoreros?

—De todo. Pero es normal, el Zaragoza mueve lo que mueve. Si estoy yo jodido, cómo va a estar un aficionado... Es normal que te lo transmitan. La gente lo que quiere, sobre todo, es que el equipo gane. A veces se cansa también de que hables tanto, y tampoco dices lo mismo al acabar un partido que cuando han pasado unos días. En ese momento estás muy fastidiado, no estás para vender optimismo. Me refiero al último partido. Cuando te entrevistan en ese momento, cómo vas a estar... Estamos en un momento que cualquier cosa que dices se sobredimensiona mucho, para bien o para mal. Pero una vez que pasan esos días, te despiertas y vuelves a pensar: ‘Al lío que queda toda la segunda vuelta’.

—En el Heliodoro Rodríguez hubo un cambio de filosofía en el juego. ¿Esto es una cuestión de sistema o de futbolistas?

—Esa pregunta no es para mí. A mí me ponen en el campo y yo intento hacer lo que me piden. Eso tiene que preguntárselo al entrenador. Yo creo que no tendría que ser tanto cambio, cada partido es un mundo y se puede ganar de muchas formas.

—¿Le molestaría o incomodaría volver a jugar de lateral?

—¿Incomodarme? Si estoy aquí es porque estoy a disposición de lo que haga falta, de lo que necesiten, para lo que me necesiten. Y estaré contento de ayudar en lo que sea.

—¿Hace cálculos?

—No. Tenemos que ganar el siguiente partido y nada más. Si ganamos en Murcia, luego iremos a ganar al Lugo. Podemos ganar a cualquiera, no me siento inferior a ninguno. Ni siquiera al Levante o al Girona.

—¿Esperaba tanta carga a la vuelta de los años, con presión externa, de vestuario y de club?

—Cuando acaba un partido, sé lo que he hecho bien y mal. Por ejemplo, qué pase he fallado y no tiene importancia aunque visualmente lo parezca y te deje marcado, tal cual se lo digo. Pero hace solo un año que empezaba a entrenar y no sabía si podría volver a jugar. Entonces estaba encantado de ponerme unas botas de fútbol y añoraba esa presión. Ahora no tanto. ¿Eso es disfrutar? No, porque masoquistas no somos. Pero es el fútbol y la exigencia que hay aquí. Si no la hubiese querido, me habría ido a jugar con mis amigos.

—¿Da tiempo ascender?

—¿Por qué no?

—El Zaragoza necesita mejorar en la segunda vuelta y ganar casi el doble de partidos que hasta ahora.

—Se puede conseguir, nunca hay que pensar en rendirse. De qué sirve hablar de que tenemos que ganar 12 partidos o no sé cuántos... Hay que ganar al UCAM. Si ahora sumamos dos triunfos en los dos próximos partidos, cómo serán las cuentas... Serán otras. Yo creo que no ayuda pensar en esas cosas, solo en ganar.