Natxo González mostró su lado más sensible. El técnico desnudó sus sentimientos en un acto anómalo dentro del fútbol actual, pero que arroja algo de luz sobre el aspecto más humano que hay en la otra cara del balompié. Habló sobre la complejidad de cargar con la presión de un Real Zaragoza ambicioso con engancharse a la zona noble, pero que vive un presente distinto. «Poneros un poco en mi lugar, yo no puedo vivir con esa agonía. Si tengo que estar pensando constantemente en el descenso sería castigarme demasiado», clamó el técnico vitoriano.

Sus palabras fueron más allá del discurso de la paciencia y la continuidad, escenificó el temor a zambullirse en una vorágine totalmente opuesta a lo que está establecido en la hoja de ruta. Por eso, pese a la ilusión de cara a mirar hacia arriba, Natxo González especificó que «el objetivo de estas jornadas es alejarse de la zona caliente, hay que mantener la línea de los últimos partidos porque así tendremos más posibilidades de ganar».

La fe que el preparador vitoriano tiene en toda su plantilla reside en el día a día. Reside en observar como sus pupilos se ejercitan, aprenden de los fallos y progresan bajo la unidad de la manada. Una evolución bien valorada por los ojos del técnico, pero manchada por las verdades irrefutables que ofrece la clasificación. «No me quitéis la ilusión de poder pensar en que todavía creo en este equipo, siento que llegará un momento de la temporada donde tendremos nuestras opciones para estar arriba, pero no me quites la ilusión porque realmente creo en ello, creo en el rendimiento de este equipo… Dejadme vivir con esto, porque es realmente lo que siento», espetó Natxo, tras abrirse en canal.

Una situación que se ha generado a tenor de la caída escalonada y progresiva que ha afectado al conjunto aragonés en los últimos meses. Esta irregularidad en cuanto a juego y resultados ha herido al Real Zaragoza, siendo todo un mal enquistado en la identidad del equipo. Esta dinámica negativa ha complicado el poder alcanzar ese ansiado punto de inflexión que, por diferentes motivos, nunca termina llegando: «Estamos en la misma tesitura de hace unas semanas, hasta que no encontremos el punto de inflexión estaremos así siempre», aseveró Natxo.

Una final en enero

El partido de hoy frente al Córdoba es de aquellos que en el argot futbolístico actual se denomina a cara o cruz, un encuentro donde no existe el término medio. El Real Zaragoza se juega evitar meterse en un contexto de pesadilla como sería la lucha por el descenso y, por contra, volver a encarrilar el sendero de lo correcto con un nuevo triunfo en La Romareda. «Una de nuestras motivaciones es ilusionarnos con los tres puntos frente al Córdoba y mejorar los números que se vieron en año pasado en casa. Ahora mismo nuestro primer objetivo es tratar de salir del atolladero de las cercanías de la zona caliente», comentó el preparador blanquiazul.

Los tres puntos suponen un balón de oxígeno imprescindible para una plantilla que se encuentra por debajo del umbral que ofrecen sus posibilidades. Así lo expresó Natxo González, sabedor de que el enfrentamiento frente al conjunto califa es de alta importancia, aunque «no es una final, es un partido importante», tal y como matizó el técnico.