—¿Qué balance hace de su etapa en el Zaragoza?

—Estuve muy bien en esa temporada y media en el club, me sentí a gusto en la ciudad y en el equipo. Tengo una hija que es maña y solo le puedo desear de corazón lo mejor al Zaragoza. En lo deportivo es verdad que no me salieron las cosas como esperaba, por los resultados que hemos tenido, por no lograr subir, pero mi balance personal es positivo.

—Llegó en el verano del 2015 con muchas expectativas en su fichaje. ¿Se va del Zaragoza con una espina clavada?

—Me voy con la espina de no haber conseguido el objetivo del ascenso. En lo individual, creo que el primer año estuve bien, con mucha continuidad. En esta segunda temporada he jugado bastante menos, pero tengo la conciencia tranquila de hacerlo lo mejor posible cuando salté al campo y de ayudar al máximo en cada entrenamiento y en cada partido, tanto dentro como fuera del equipo.

—¿Se le empujó a irse en el mercado de enero del Zaragoza?

—Se comentaron y salieron publicadas muchas cosas estos meses que no sé si eran verdad o no. A mí desde el club nadie me dijo nada de que me tuviera que ir. Y de verdad que no me sentí empujado a irme del Zaragoza. Insisto, a mí al menos nadie me lo dijo así. Se dio la oportunidad del Leganés, era buena para todos, para el Zaragoza y para mí, el club quiso, yo quise y ya está.

—¿Deseaba irse?

—Yo con mi familia estaba bien en Zaragoza. Mi intención y mi idea era no moverme, pero salió la posibilidad del Leganés, era un club de Primera y decidí aceptarla también porque el Zaragoza lo vio bien.

—Con Luis Milla jugó mucho, pero en los últimos meses y con Raúl Agné lo hizo muy poco. ¿Se explica el motivo?

—Yo, como cualquier futbolista, lo que quiero es jugar, pero en una plantilla hay 22 y juegan 11. No hubo ningún problema con el entrenador, ni nunca me dijo que no contara. Era una cuestión solo de decisión y así me lo tomaba, con la idea de trabajar duro cada día para tratar de cambiar eso y entrar en el equipo.

—¿Cómo ve la situación del Zaragoza? El ambiente de crisis es muy claro.

—Me voy también con esa amargura por el momento que vive el Zaragoza. Este club es muy grande, con una afición enorme y exigente. Tras cuatro partidos sin ganar la dinámica es negativa y parece que se va a hundir el mundo, que esta mala racha no va a acabar. Sin embargo, es el momento de tener tranquilidad. En cuanto haya un buen resultado el equipo va a ir a más y, con esta categoría tan igualada, tres victorias te meten otra vez en la lucha por los puestos de arriba.

—¿De verdad piensa que el Zaragoza puede llegar a la promoción de ascenso a Primera?

—Yo veo plantilla y buenos jugadores para pensar en estar entre los seis primeros, en entrar en la promoción. El ascenso directo está lejos, pero es que queda mucho. 19 partidos es muchísimo. No hay que tener la sensación de estar con el agua al cuello sino mantener un pensamiento positivo, de cambiar la dinámica e ir para arriba. Eso es lo que espero yo que suceda.

—¿Qué vestuario ha dejado?

—El de un grupo que sabe que tiene que salir de esa mala racha cuanto antes, pero no he visto agobio ni preocupación hasta que me fui. Hay tensión y ganas de hacerlo bien, de ganar. Eso es lo importante, ese pensamiento positivo en el equipo.

—Hay muchos jugadores que dan un nivel más bajo en este Zaragoza que cuando se van a otros equipos. ¿Cree que esta camiseta pesa en Segunda?

—El Zaragoza ha ganado títulos, es un histórico y la afición quiere que recupere su sitio. Eso no es comparable a ningún equipo de Segunda, pero no creo que pese más esta camiseta que otras de la categoría, aunque sí puede costar más a los futbolistas asimilar esa obligación mayor que implica.

—¿Cómo se toma su nueva etapa en el Leganés?

—Conozco al cuerpo técnico y a algunos jugadores y llego para ayudar en todo lo que pueda para que el Leganés siga en Primera. Ojalá lo logremos y, para terminar mi deseo, que el Zaragoza suba y nos podamos enfrentar a ellos la próxima temporada.