El Real Zaragoza tenía la oportunidad de dejar sentenciado de forma virtual el billete al playoff y, sin embargo, soltó un partido muy flojo en Cádiz, donde apenas se puede decir que compareció. Una noche aciaga, que empezó muy pronto con el madrugador gol de Barral, que continuó por la nula capacidad para generar peligro a un rival que es muy consistente, el menos goleado de la Liga, y que se terminó con el segundo tanto de Álvaro y la expulsión de Delmás, con una segunda amarilla quizá excesiva, aunque el lateral pecó de imprudente. Nada le salió al Zaragoza en el Carranza, donde sumó su tercera salida seguida sin ganar, con un punto de los últimos nueve fuera de casa. Un dato a tener en cuenta de cara a los playoffs.

La derrota supone que el Zaragoza acabe la jornada 39 como quinto y deja solo un punto de renta con el séptimo, el Valladolid. Está todo en un pañuelo en esa guerra. Con dos citas ahora en La Romareda, ante el Albacete y el Valladolid, la promoción habrá que amarrarla en casa para no esperar al último día, a la visita al Barcelona B. Eso sí, la derrota, además de la tremenda decepción que supone para un equipo lanzado en la segunda vuelta, implica decir adiós matemático al ascenso directo, aunque hace días que se veía imposible.

El partido deja un regusto muy amargo por la escasa capacidad zaragocista, que salió, con la única novedad de Febas, bien plantado y con una ocasión de Toquero nada más empezar. Pero esa imagen duró poco más de cinco minutos. El Cádiz, un bloque sólido, áspero y bronco y con velocidad arriba, sobre todo de Álvaro, encontró pronto su camino. Álex Fernández hizo una buena salida de balón y la rapidez de Álvaro desnudó a Delmás. El centro del extremo lo remató a la media vuelta Barral ante un lento Verdasca para hacer el 1-0.

El gol fue una losa para el Zaragoza, que empezó a sentirse muy mal en el Carranza. Eguaras, siempre tapado por Perea, decidió dimitir del partido, mientras que Febas no encontraba caminos en la mediapunta, abusando de la conducción, y Ros y Zapater no aportaban cosas con sustancia. Así, Toquero y Borja apenas podían generar peligro.

Por entonces, Delmás ya había visto la primera amarilla por una falta a Bijker y sufría mucho en su costado. Un cabezazo de Barral en un córner puso más en evidencia que el partido le estaba pasando por encima al Zaragoza, que se encontró con el balón porque el Cádiz decidió atrincherarse y hacer lo que mejor sabe: cerrarse y buscar las contras.

Y el Zaragoza fue incapaz de crear ocasiones en el tramo final de la primera parte, más allá de un disparo de Borja que acabó en el palo pero en jugada que estaba invalidada por fuera de juego. El equipo de Natxo abusaba del pase horizontal y no había desmarques ni rupturas, por lo que el Cádiz vivía muy plácidamente viendo cómo su enemigo moría siempre en la zona de tres cuartos, sin la creatividad para inquietar a Cifuentes.

No tocó nada en el descanso Natxo y el partido no cambió la tónica. La medular zaragocista no carburaba con el balón y la primera ocasión fue del Cádiz, con otra llegada de Álvaro, que pilló desubicado a Delmás y que superó a Mikel González. Al menos, Verdasca estuvo atento en el remate de Carrillo.

ROJA A DELMÁS

No esperó demasiado Natxo González para tratar de encontrar un resquicio en el muro gaditano. Buff y Guti saltaron al césped en lugar de Febas y Ros, entonces más entonado y que había probado en un buen disparo lejano a Cifuentes. Sin embargo, tras esos cambios llegó una fase definitiva y letal para el Zaragoza. Delmás estuvo imprudente en una acción sobre Álvaro. Vicandi se pudo haber ahorrado la segunda amarilla para el lateral, pero no lo hizo y dejó al equipo zaragocista con diez con casi media hora por delante.

Acto seguido, un buen envío de Perea situó a Álvaro para retar a Zapater en el lateral derecho. Le superó por velocidad y batió de disparo raso a Cristian Álvarez. El 2-0 echó el cierre al choque. Ya no hubo partido entonces, algo que ni la salida de Pombo cambió. El Cádiz metió oxígeno con Nico y Jona y antes lo había hecho con Kecojevic por el lesionado Correa. El conjunto gaditano exhibió entonces su capacidad en el otro fútbol, el marrullero y el teatral, para que no se jugara ya tan apenas. Y lo cierto es que el Zaragoza, ante semejante muro que es el conjunto gaditano, no tardó en bajar los brazos para que la derrota final fuera solo cuestión de que pasaran los minutos. Se consumó para dejar claro que el billete para la promoción de ascenso exigirá remar hasta el final. Y, sobre todo, hacerlo de mejor manera que en el Carranza.