—¿Hasta que punto ha sido Emilio Larraz un pilar del Ebro?

—Todo empezó con él. Llegó a un club donde no había nada, recién ascendido a Segunda B y con la hoja en blanco sobre la que empezar a trabajar. No conocemos el fútbol de Segunda B sin Emilio. Es un buen amigo mío y le agradezco todo lo que ha hecho por el club. No solo hemos crecido con él, detrás ha habido un gran trabajo de todos que ha permitido crear una identidad de juego y una filosofía futbolística.

—¿En qué aspecto se ha notado esa mentalidad?

— En el día a día. En las ganas de trabajar y de ser mejores. De superarse y no hacer caso a todas las adversidades que nos rodean. Cuando perdimos contra el Formentera en casa nos quedábamos muy cerca del descenso. Parecía que la permanencia iba a ser nuestra meta hasta el final de temporada. Pero recuerdo que los jugadores me dijeron, «presi, en Son Moix ganamos». Y le ganaron al Mallorca en su estadio. El único equipo de Segunda B que lo ha hecho. Cuando nos vimos apurados fue cuando salió su mejor versión. Estuvimos a unos puntos de hacer playoff.

—¿Cómo valora el crecimiento del club?

—Yo creo que nos valoran mucho más fuera de Zaragoza. Siempre que viajo a un campo y otras ciudades me demuestran la estima y la consideración hacia nosotros. Aquí parece que se mira hacia otro lado. Hay un equipo que está haciendo las cosas muy bien y no se le ayuda para que crezca como debería. Nuestras instalaciones son nuestro mayor obstáculo.

—¿Qué necesitaría el Ebro?

—Para poder crecer más tenemos que disponer de un campo con una capacidad cercana a los 3.000 espectadores y unas dimensiones mayores. Por mucho que trabajes no puedes crecer más de lo que te dejan. Tampoco pedimos tanto, no se trata de construir un campo, solo se trataría de agrandar las gradas de El Carmen. Había un proyecto para la ampliación, se propuso y se puede hacer perfectamente, pero a nadie le interesó. Si ya tenemos el problema del césped artificial resulta difícil pensar en otro tipo de arreglos que requieran una mayor dificultad.

—¿Qué sucedió con el terreno de juego?

—El Ayuntamiento nos cambió el césped artificial que teníamos en el campo y nos han puesto uno que prácticamente no vale para nada. Resulta complicado poder jugar en condiciones. Tenemos mala suerte hasta para esto.

—¿Qué supone para el club?

—Para mí es un fracaso. Nuestro peor obstáculo es El Carmen. Dese cuenta de que a muchos jugadores les pudimos fichar porque les dijimos que íbamos a cambiar el césped y luego nos ponen éste. Nuestra situación es tal que tenemos gente pendiente por el césped. Es muy duro que muchos jugadores estén pendientes de continuar si nos arreglan el césped. Adri Cuevas, Cabezas… Nuestros mejores futbolistas se pueden ir si no nos ponen el césped que corresponde.

—¿Hay frustración en el Ebro?

—Por lo deportivo es imposible, pero es inevitable sentirse frustrado por las instalaciones. Somos modestos, se nos debería ver como una opción más o complementaria. En Zaragoza debería de haber más equipos como en otras grandes ciudades. Queremos que se nos tenga aprecio y se valore lo que estamos consiguiendo.

—¿Cree que todo sería diferente en otro punto geográfico?

—Si estuviéramos en otra población diferente podríamos tener más posibilidades. Te vas a muchos pueblos o ciudades de tamaño mediano y tienen varias instalaciones de buena calidad. Que en una ciudad de 700.000 habitantes haya solo un campo de fútbol con buen aforo como La Romareda es un poco triste.

—¿Hasta qué punto es sostenible el apartado deportivo?

—Tenemos ganas de trabajar y así seguiremos. Nosotros solo queremos superarnos año tras año. Dependemos también del grupo que nos toque. Este año hemos conseguido hacer una proeza en el peor grupo de los últimos años. Hemos sido sextos en un grupo con Mallorca, Elche o Sabadell. El Carmen lo han pisado Lago Júnior, Salva Sevilla o Nino.

—¿De qué depende el grupo del Ebro?

—Todo depende de los equipos que asciendan de la zona catalana. Si llenan el cupo de 20 clubs mediterráneos nos mandan al grupo vasco, los aragoneses somos el equipo comodín. A nosotros nos va genial, porque tendríamos más posibilidades de llegar a la zona alta. Sería muy bonito estar en ese grupo, porque la exigencia no es tan alta. Pero hemos demostrado que nosotros podemos superar y seguir con cualquier tipo de adversidad.