El Club Baloncesto Ejea vive desde el inicio de este año cambios en su junta directiva. Es una nueva etapa en la que lo importante es el continuismo de una de las entidades deportivas más importantes de la localidad de las Cinco Villas. Hace tres semanas dejó el cargo de presidente el andaluz Carlos Garitonandia después de ocho años de labor. Le ha sucedido Ricardo Martínez. «Llevó 30 años ligado al baloncesto. A los 14 empecé a jugar y una más tarde a entrenar. Ahora tengo 46 años», explica el dirigente ejeano, que vive el básquet de manera intensa. «En mi casa hay baloncesto a tope y mis dos hijos, Mario y Hugo, juegan al deporte de la canasta», dice Martínez.

Esta nueva etapa no supone ningún problema para Martínez. «Al ser vocacional, ser presidente resulta más sencillo. Es agradable llevar esta responsabilidad porque todos ayudan. Tenemos una pequeña asamblea y todo lo hacemos por consenso. Aquí no hay ningún conflicto puesto que en Ejea no hay ningún otro club de baloncesto», reconoce Martínez.

La filosofía es la de tantas canteras aragonesas de básquet. «Lo importante es promocionar el baloncesto y que el chaval se encuentre muy cómodo. Aquí todo el mundo se divierte y esto es genial. Es muy sencillo de llevar el club y esto es una balsa de aceite». Esta entidad cuenta con casi un centenar de jugadores encuadrados en siete equipos. Hay un pero. «Las chicas de Ejea no juegan a baloncesto. Aquí por tradición siempre han practicado más el balonmano y la gimnasia rítmica. No hemos conseguido que se enganchen con el básquet. En balonmano llevan más años trabajando. Es posible que sea una culpa nuestra no conectar con las chicas. A ver si activamos el tema. Ahora mismo, eso sí, en la escuela tenemos bastantes chicas pequeñas», indica Martínez.

En esta localidad zaragozana de 16.451 habitantes el deporte rey es el fútbol. «Pasa como en todos los sitios. Está la Sociedad Deportiva Ejea y otros tres clubs más». En cuanto a la captación de los niños, indica que «llevamos diez años trabajando con la cantera y a partir de septiembre captamos niños nuevos. El jugador viene a nosotros. No vamos a los colegios. Aunque colgamos carteles en los centros escolares», dice.

Este año los equipos en la categoría cadete son de primer año. «Por ello no son de mucho nivel. Ahora nos movemos entre el nivel B y C. Hace un tiempo llevamos equipos en el nivel A. El equipo de Segunda en sénior masculino ascendió el año pasado y ahora vamos los últimos. Les viene un poco grande la categoría», reconoce Martínez.

Todos los equipos juegan en el pabellón municipal. «Lo compartimos con el balonmano y las instalaciones son magníficas». Los más pequeños no viajan para competir en Zaragoza. «Hasta que no tienen 10 años en la categoría alevín no viajamos. Nos da apuro que se desplacen. Se entrenan dos horas a la semana en dos días», explica.

Los padres colaboran con el club. «Contamos con ellos y el padre del básquet no es igual que el del fútbol, donde hay broncas en la grada. Se les dice que vienen a practicar deporte y que no piensen que en el futuro se irán al Tecnyconta. Los padres están para reforzar al niño. Ellos son los que los llevan cada 15 días a Zaragoza. Se les da a los padres un decálogo de buena conducta y, pese a algún exabrupto en la grada, todo el mundo lo cumple», dice.

Cuando acaba el curso escolar se organiza un torneo interno en el pabellón. «Solemos hacerlo en mayo. Se apuntan chicos desde los 14 años y este año la novedad es que lo vamos a hacer mixto. Puede haber 6 o 7 chicas mayores que pueden jugar a baloncesto». También se organizan unas jornadas de convivencia. «Las hacemos cuando no haya competición escolar. Se juntan todos los equipos y juegan entre ellos. Es una jornada festiva», concluye.