Como si del tercer fichaje del mercado de invierno se tratara tras Philippe Coutinho y Yerry Mina, el Barça y Gerard Piqué oficializaron ayer con solemnidad la renovación del central para las próximas cuatro temporadas (su contrato terminaba en el 2019). Hasta el 2022 firma ahora el defensa (con una cláusula de 500 millones), a quien recuperó Guardiola en el 2008 para convertirse en uno de los pilares del mejor Barça de la historia.

Catorce temporadas en el primer equipo cumplirá Piqué cuando termine este nuevo contrato. Tendrá entonces 35 años y quién sabe si definitivamente colgará las botas para pasar del campo al palco, ya que en más de una ocasión no ha ocultado su deseo de convertirse algún día en presidente. «Eso sí, sería un presidente atípico», afirmó Piqué, impecablemente trajeado y acompañado de toda su familia, excepto su esposa, Shakira.

El jugador agregó que de no haber podido seguir de azulgrana, se hubiera retirado. «Era el Barça o nada. Sigo jugando a fútbol porque lo hago en el Barça. No tengo la motivación de vestir otra camiseta ni de competir en otro sitio. Si no hubiera renovado, lo habría dejado». Pero Piqué seguirá en el Camp Nou. «Estoy muy feliz por esta renovación que espero que no sea la última. Siento el Barça como mi casa, es el club de mi vida y quiero agradecer a la entidad el esfuerzo que ha hecho para que siga aquí».

No obstante, en medio de tanta dicha, confesó que una de las espinas clavadas que tiene es que no es ninguno de los cuatro capitanes. La última plaza ha quedado ahora vacante tras el adiós de Mascherano (Iniesta, Messi y Busquets, por este orden, llevan los galones del vestuario). «Siempre he querido ser capitán y cuando el vestuario no me eligió me hizo daño». Una decisión que, sin embargo, entiende. «Muchas veces me mojo más de la cuenta, hago ruido y un vestuario quiere un perfil diferente, pero soy como soy y no cambiaré. Al final estamos hablando del cuarto capitán y hay que darle la importancia que tiene».

En efecto, Piqué es como es y siempre habla sin tapujos y, al entender de muchos, demasiado. Pero nunca se esconde y tampoco suele rectificar, ni que sea para quedar bien. Lo evidenció de nuevo a raíz de la polémica con el Espanyol tras el último derbi copero. «No me arrepiento de lo que dije. Esta semana la Penya jugaba en el Palau y es el Joventut de Badalona. El Espanyol está en Cornellá, es una obviedad».

FINAL DE ETAPA CON LA ROJA

El defensa también valoró los muchos títulos que ha ganado en el Barça (6 Ligas, 5 Copas y 3 Champions, entre otros), pero no se considera que sea uno de los artífices principales. «Esa tendencia ganadora la marca Leo y los demás le seguimos. Si hay alguien que nos permite ganar es él». También tiene claro Piqué que su etapa en la selección española toca a su fin. «Lo más normal es que lo deje después del Mundial de Rusia. La selección me ha dado mucho y es un orgullo vestir esa camiseta, pero hay que ir cerrando».