El deporte es un nexo de unión tanto colectivo como individual. Que se lo digan si no a tres jugadores del Utebo de Liga EBA de hace diez años que hoy comparten un proyecto común en Hangzhou, China. El culpable es Xavi Terrén, que ya lleva siete años en el país y ha reclutado a varios aragoneses a través de su academia New Basket Generation. Por ejemplo al oscense Rubén Sarvisé, entrenador y psicólogo deportivo que trabaja para NBG después de haberse iniciado en esas labores en el Peñas de Huesca. «Tuve la suerte de jugar con Xavi hace diez años, así como con Beñat Barberena, que también está aquí. Conociéndole a él tenía claro que el proyecto era atractivo y que ésta era una oportunidad única», relata el oscense, que ya lleva un año allí.

Sarvisé era un niño muy futbolero hasta que Granger Hall y Brian Jackson aterrizaron en el Peñas y un día fueron a su colegio. Ese contacto le hizo cambiar la portería por la canasta y llegó a jugar a nivel amateur, en la Liga EBA, tanto en Huesca como en Zaragoza. Mientras, sacaba sus estudios de psicología del deporte. «Hice las prácticas del máster en el Peñas y después seguí desarrollando mi trabajo allí desde el 2014», relata.

Hasta que recibió la llamada de su amigo Xavi Terrén y se marchó a China, donde está encantado con la experiencia. La academia trabaja con niños de entre 6 y 14 años, pero su labor no se centra únicamente en los pequeños. También trabaja con los entrenadores y los padres. «En edades formativas la labor puede ser directa o indirecta con los que más influyen en el deportista. En principio la idea es trabajar temas deportivos o que influyan en el día a día como la organización y la planificación familiar, cómo dotar de responsabilidad al niño. Luego también nos encontramos casos clínicos que se derivan a especialistas», indica.

Trasladar esa labor de España a China no es sencillo. Se ha encontrado una cultura diferente emocionalmente y la barrera del idioma. «El entorno cultural, la educación, la manera de ver el deporte, son distintos. Pero hay cosas comunes, los padres tienen que saber y asumir cuál es su rol. Un padre no es el entrenador. Hay que informar y formar sobre qué consecuencias puden tener las actitudes de un padre. Además es una cultura más cerrada emocionalmente. No tienen el hábito de expresar sus emociones. Las sienten pero no saben cómo expresarlas», relata Sarvisé, que ya se maneja con el idioma. «No sé si se le puede llamar chino... Llevo un año aquí y ya podemos tener cierta autonomía, hacer un día a día normal. Además, ellos hacen por entendernos. Hay cosas que cuestan más, pero tenemos un chino trabajando en la academia que sabe español. Y hay unas aplicaciones para traducir. Tecnológicamente es una gozada, están muy desarrollados», apunta.

La psicología deportiva es un campo que se está abriendo camino en todo el mundo. Caen los viejos tópicos de que el psicólogo es solo para tratar enfermedades mentales y se empieza a ver a estos profesionales como una ayuda más para la mejora del rendimiento deportivo. «Hay casos a nivel profesional y los hay también en Aragón. Por ejemplo, en el Tecnyconta está Ana Mermejo y hay más compañeros. Es cuestión de tiempo que se haga más común», opina Sarvisé, que asegura haber encontrado una gran receptividad a su labor, primero en Huesca y ahora en China. «Es muy importante saber en qué consiste y en qué no nuestra labor. Hay que saber con quién actuar, saber que no es lo mismo un alevín que un júnior, ni un padre que haya sido deportista que otro que no lo haya sido. La idea es tratar de ayudarles a mejorar el rendimiento o la experiencia deportiva». Y se ha encontrado no solo una gran receptividad sino con el agradecimietno delos padres. «La verdad es que vamos viendo un buen feedback. Reconforta saber que tu mensaje llega. Son cambios lentos pero es más difícil para ellos que para nosotros», asegura.