Misión cumplida en Zaragoza. España sumó su cuarta victoria en la fase de clasificación garantizándose así su presencia en el siguiente grupo, acercándose por tanto al gran objetivo que es no faltar al Mundial de China en el 2019. La selección de Sergio Scariolo ganó el partido a Montenegro (79-67) con un claro dominio de la situación, marchando siempre por delante en el marcador, solventando con eficacia los problemas que le iban surgiendo, y ganó también un poco más de crédito si cabe. Este equipo que levantaba recelos y sospechas en su origen, en el que falta la élite del baloncesto español, es el que ha puesto a la selección donde debe estar. Solo por eso merecen el máximo respeto.

Con algo más de 8.500 espectadores que dieron un aspecto magnífico al Príncipe Felipe, España tampoco falló en Zaragoza. Liderada por un sólido Colom hubo protagonismo para todos desde el principio. Sergio Scariolo ya había utilizado a todos sus jugadores, los 12, en el primer cuarto. El último en salir, a 22 segundos para la conclusión de ese primer acto, fue Jonathan Barreiro. El Tecnyconta añade así un internacional absoluto a su nómina. El gallego se aplicó en defensa y cerró el partido con un triple desde la esquina que la grada celebró como si fuera el del triunfo. También hubo aplausos para Rodrigo San Miguel, que fue de menos a más al tener delante a un buen mihura, Derek Needham. El estadounidense nacionalizado montenegrino puso en apuros al aragonés con su velocidad, pero San Miguel le tomó bien la medida y supo cómo frenarle en el tercer cuarto.

España dominó la situación desde el principio ante una Montenegro a la que le costó un poco encontrarse. Eso sí, no se rindió en ningún momento y se mantuvo en el partido hasta el tercer cuarto. Nadie regala nada en este grupo como demostró Bielorrusia ganando a la campeona de Europa, Eslovenia, y sumando su primer triunfo que le iguala precisamente con Montenegro. Pero el conjunto balcánico no pudo hacer nada ante el pundonor, esfuerzo y sacrificio del equipo español. Porque el equipo de Scariolo podía jugar mejor o peor, tener más o menos acierto, pero a cada fallo propio respondía con más trabajo y esfuerzo.

Fue mejor España en casi todo. Comenzó tan enchufada en el partido y con un acierto tan elevado de tres (cuatro triples en apenas cuatro minutos) que se despegó bien pronto en el marcador (18-8) y eso le concedió una gran tranquilidad durante toda la tarde. Aunque su rival llegó a igualar el marcador (36-36, min. 17), lo cierto es que a la selección no le tembló el pulso. En el descanso hizo un par de ajustes para cerrar el rebote y eso le dio toda la ventaja en el segundo tiempo. Solo permitió a Montenegro capturar un rechace ofensivo en los segundos 20 minutos y acabó con 44 rebotes por los 27 de su rival.

También compartió mucho mejor el balón, como prueban las 23 asistencias españolas por las 13 montenegrinas. Ahí tuvo mucho que ver Quino Colom. El excaísta ofreció una lección magistral de dominio del tiempo y el espacio, de control absoluto de la situación. Movió al equipo, hizo jugar a España y sumó 9 asistencias además de 11 puntos. También brilló otro viejo conocido por Zaragoza, Pablo Aguilar, muy consistente todo el tiempo que estuvo en la pista y máximo anotador español (16).

Jaime Fernández fue el agitador que levantó la diferencia en un resultado que fue creciendo en la segunda mitad hasta una diferencia máxima de 18 puntos (73-55, min. 34). Ahí se apagó un poco España, que se quedó sin luz en ataque y estuvo casi cinco minutos sin anotar. Hasta que acertó Colom un tiro libre y Barreiro puso el colofón a su día más especial con un triple marca de la casa en la última acción. Pese a todo no sufrió España, todo lo contrario. La selección dio un paso más de madurez y de conjunción como equipo. El equipo nacional cerró la segunda ventana con la satisfacción del deber cumplido y el billete para la siguiente fase en la maleta. China está mucho más cerca.