Se ponga como se ponga Natxo González, no encontrará hoy un zaragocista en el mundo que no piense que su equipo tiene esta noche en la ciudad deportiva del Sevilla (20.30 horas, Gol) un encuentro asequible para empezar a acercarse al techo de la Liga. Juega, para empezar, ante un filial, con todas las ventajas que conlleva por aquello de la bisoñez de sus futbolistas. Ante un rival, además, que no ha logrado aún ninguna victoria esta temporada, que solo ha marcado cuatro goles en diez partidos, que lleva un punto en las últimas cinco jornadas. Por eso es el colista destacado, a seis puntos ya de los lugares de permanencia cuando solo ha transcurrido un cuarto del torneo. Por eso su entrenador, Luis García Tevenet, está señalado e incluso podría ser destituido si prosigue con sus números catastróficos ante el Real Zaragoza.

El técnico zaragocista se encargó ayer de explicar que el Sevilla Atlético no es, ni mucho menos, una bicoca. Lo dijo en palabras y adelantó que lo confirmará con hechos en la alineación. Jugarán los mejores, vino a decir. La Copa y la Cultural vendrán después con sus consiguientes decisiones técnicas. De momento, parece que Natxo González repetirá el once inicial que empató ante el Osasuna. Alain Oyarzun podría quedarse otra vez con el puesto que, en principio, fue de Ángel Martínez. Y Papunashvili tiene muchas opciones de repetir en la banda de Toquero, a quien un virus intestinal ha llevado a maltraer esta semana.

La intención única es la victoria que le permita mantener la buena racha de resultados. El Zaragoza lleva cinco jornadas sin perder y sumaría 10 puntos de los últimos 12 en caso de conseguir en Sevilla el tercer triunfo de la temporada fuera de casa. Ganó en Córdoba (1-2) y en Lorca (0-2), donde supo acomodarse a un campo desabrido. Algo parecido, o peor, se encontrará hoy en Sevilla. Allí no hay un estadio en sí. Las esquinas está desiertas y un fondo está tapado, en obras. Allí detrás no hay nadie para gritar en contra, tampoco para jalear a los muchachos de Tevenet, que ven en el encuentro ante un equipo grande la oportunidad de alterar su calamitosa dinámica. Se agarran a un ejemplo cercano: ganaron los dos encuentros de la pasada temporada ante el Zaragoza.

EL ESTADIO Y LA HISTORIA

Es lo que toca en Segunda División. Hay que saber sobrevivir en Oviedo frente a un estadio estupendo, pero el ascenso está sobre todo en estos otros sitios que comportan menos fama, que acaban siendo al cabo la esencia de la categoría y del éxito. «Para el jugador va a ser una sensación rara al no haber un estadio en sí, pero eso es una cuestión individual», dijo el entrenador, consciente de que el Zaragoza está obligado a ganar «por ser quienes somos». El matiz hace la distinción con la gloria pasada: «Tenemos la historia que tenemos, pero con eso no ganamos partidos». Lo resumió en una palabra: «Humildad».

En Sevilla hay otro inevitable paso para este Zaragoza que se siente más poderoso conforme avanzan las jornadas. Nota la fuerza de su gente afuera, siente el orgullo de una afición que valora su fútbol, su compromiso, el coraje que ya le va dando puntos. Le faltan cosas en el área rival, que pisa menos de lo que querría. Y personalidad con el balón. A ratos no consigue acunar el partido y dormirlo en posesiones de magnitud. Ese progreso le permitirá jugar más cómodo y abultar los marcadores al modo que lo hizo frente al Numancia. Hoy le toca mostrar su otra grandeza, nueva, ante unos imberbes a los que se les presupone un plus de motivación. El Zaragoza, si es así, necesitará modestia, paciencia y fútbol. También codicia para sacar adelante esta noche y su inexcusable obligación de ganar.