El Tozal del Mallo, las Gradas de Soaso, el collado de Añisclo, la cascada del Estrecho, el lago de Marboré, el Monte Perdido, la Faja de las Flores.... Estas son algunas de las muchas joyas del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido que el próximo 16 de agosto cumple sus cien años de vida. Pero hay también una Ordesa invisible. Son las entrañas, las cavidades que tienen fama en todo el mundo. El Parque Nacional cuenta con una red de primer orden. El agua ha labrado las calizas en los sistemas de las Fuentes de Escuaín, la Punta de las Olas y Marboré. También es reseñable en la zona de influencia el Sistema de Arañonera. «Hay exploradas unas 500 cavidades y las hay de todos los tamaños. La característica principal es que son cavidades frías de alta montaña, generalmente activas, con un curso de agua interno, que luego sale al exterior por las surgencias y hay bastantes de gran desarrollo. Por ejemplo, el Sistema de las Fuentes de Escuaín tiene más de 36 kilómetros y un desnivel de 1.151 metros hasta hoy», dice Paco Royo, miembro del Comité de Exploraciones de la territorial.

La cavidad más importante es la B-15, la Sima de los Planos de los Puertos de Revilla. «Es la boca superior del sistema de las Fuentes de Escuaín, que está a 2.000 metros. La primera unión se hizo en 1980 por miembros del Grupo de Espeleología de Badalona. Era el récord de travesía integral en el mundo». Con los años estas dos bocas se unieron con la C-9, la Sima del Torrente de la Pasión y con la C-20, la Bufona.

Otra zona de exploración está en Marboré. «Se investigó desde 1989 al 2009 y todavía queda por explorar. Pero está a la espera por el Grupo de Espeleología Pedraforca de Barcelona». La tercera área es la de la Punta de las Olas. «Tiene la boca de cavidad más alta de Europa a 3.006 metros de altitud. Hace años se unió con la Sima de los Dos Hernandos y se constituyó el Sistema de la Punta de las Olas que tiene más de 5 kilómetros de desarrollo». Royo afirma que es lugar complejo de explorar por su situación geográfica. «Es un sitio hostil donde azotan todos los vientos en la punta del macizo del Monte Perdido. Hay que subir a 3.000 metros con el disfraz de montañero. Después hay que ponerse el de espeleólogo y explorar». Allí trabaja el Espeleo Club de Cominges y les ayuda el CA Sobrarbe de Aínsa.

Es muy complicado solicitar un permiso de exploración al Parque Nacional. «Es un espacio sumamente protegido y los requisitos que exigen son muy grandes. Explorar significa descubrir, conocer y da paso a los estudios científicos que transmitimos al parque. Es complicado que den un permiso nuevo y hay que aportar un proyecto científico, pero primero hay que explorar y que esté avalados por científicos», indica.

Royo, que fue hasta hace tres años presidente de la Federación Aragonesa de Espeleología, reconoce que «el Parque Nacional ha visto muchas veces al espeleólogo como un montañero y se les ha olvidado nuestra faceta científica. En los últimos tiempos nos reconocen más. Pero que otorguen un permiso de exploración sigue siendo muy complicado. En el Parque Natural Posets Maladeta o Guara no tenemos estos inconvenientes», dice Royo.

Dentro de las cavidades hay simas de predominio vertical, con más pozos que galerías y las cuevas, con más galerías que pozos. También hay cavidades activas y fósiles. Las activas tienen un curso de agua importante. «En Escuaín hay más simas que cuevas. Tiene pozos, rampas, galerías horizontales, pero el predominio es vertical», apunta Royo.

El Sistema de Arañonera está en la zona de influencia del parque. «Tiene asignada la zona es el Espeleoclub de Gracia de Barcelona. También está el CE Moncayo y CA Sobrarbe». Su profundidad es de 1.350 metros y tiene más de 40 kilómetros de desarrollo. Tiene siete bocas. «Es el sistema más grande de Aragón. Es una zona muy extensa desde Torla a Biescas. Su estructura es similar a la de Escuaín, con cavidades extensas, con temperaturas y las aguas muy frías y el riesgo de crecidas. Allí la temperatura tendrá una media de 4 grados, pero la corriente de aire da una sensación bajo cero», concluye.