Hasta hace tres semanas era difícil dar con algún zaragocista que bendijera el fichaje de Alfredo Ortuño. Era algo tan complicado como encontrar una aguja en un pajar. Su figura solo generaba dudas y toneladas de desconfianza. A ese sentimiento mayoritario tampoco habían contribuido las pobres actuaciones del delantero en su rol de revulsivo para las segundas partes. De segundo plato de Ángel.

Sin embargo, después de los dos últimos partidos, con una estupenda primera parte contra el Alavés en La Romareda y con 25 minutos maravillosos en Albacete, culminados ambos con un gol, la reputación de Ortuño ha cambiado de forma drástica. Ahora es un delantero respetado. Las dudas sobre su contratación han menguado a toda velocidad. El fútbol y su componente azaroso... Si repite estas actuaciones, Ortuño acabará siendo Don Alfredo.