Willian José se volvió a llevar ayer la peor parte. En la conferencia de prensa previa al partido del Alavés, Ranko Popovic había utilizado el ejemplo del intermitente (con representación gestual incluida) y aquel "pam, pam... pam, pam" tan descriptivo que hizo reír a algunos, pero dejó en muy mal lugar al brasileño. Después llegó el partido de Mendizorroza, donde no pudo lucir su fútbol. Tampoco se puede decir que fuera el peor. Allí hubo para elegir. Pero queda claro que al entrenador ni le gustó su fútbol ni su actitud. Ayer le mandó otro recado, menos gráfico pero más crudo, aunque esta vez no lo nombró. Sonó a escarnio, eso sí.

La pregunta englobaba al brasileño con Lolo y Tato. La respuesta solo podía ir dirigida a uno, puesto que los dos últimos apenas han jugado en las últimas semanas. "Un jugador entrena para jugar cuando le toca. Y si no está preparado, no debe estar en el equipo. Cuando se firma el contrato es para trabajar y estar dispuesto en el momento que tiene que jugar. Yo voy a estar aquí para apoyar, pero si uno no es capaz de motivarse a sí mismo en el partido que le toca jugar, no está para este trabajo", dijo el serbio, que volverá a dejar a Willian en el banquillo.

No es nuevo el asunto de Popovic con Willian. Desde aquel partido de Albacete en el que sacó al brasileño de su sitio, poco se ha sabido del delantero. Primero dijo públicamente que no le gustaba jugar ahí y que ya lo había hablado con el técnico. Este le desmintió ante la prensa. Y todo quedó ahí, con el brasileño en el banquillo. La coartada de las cuatro tarjetas de los dos delanteros le ha servido durante un tiempo al serbio, al que ni le convence el sudamericano ni parece haberle funcionado su pregonada psicología.