No es casual que Zapater haya permanecido en el banquillo en dos de los tres últimos partidos. Lo hizo en Albacete y el sábado pasado contra el Barcelona B, en los dos encuentros donde Natxo ha dispuesto un 4-1-4-1, con Eguaras como pivote único por delante de la zaga. El capitán es pieza clave para el entrenador, pero su rol de insustituible ha bajado, porque se trata de administrar sus esfuerzos, que el futbolista de Ejea, un ejemplo en el vestuario y que cumplirá en junio 33 años, no acumule todos los minutos sino ir introduciendo pausas o periodos de menor ritmo durante el curso.

Tras casi tres años sin jugar un partido oficial, Zapater disputó el curso pasado las 42 jornadas de Liga como titular y solo se perdió el tramo final en Elche, con el partido sentenciado.

Desde el club se valora ese gran esfuerzo porque Zapater dio la cara en todo momento, también en los bajones de rendimiento que vivió el curso pasado. Lalo fichó para la medular a Eguaras y Natxo dio galones a Guti. Dos llegadas en el medio para que Zapa tuviera oxígeno cuando fuera necesario, con la idea de que no volviera a jugar las 42 jornadas del campeonato si su nivel físico no daba para ello.

Empezó la Liga Zapa a su mejor nivel, con una titularidad indiscutible y justa (solo no jugó ante el Alcorcón por sanción), pero el bajón del equipo también vino acompañado de un descenso de su rendimiento. Renovó por cinco años, mantuvo su puesto en el once con Eguaras, pero en dos de las tres últimas citas ha comenzado en el banquillo, señal de que le llega oxígeno al ejeano.