--Han pasado más de 50 años desde que fichó por el Zaragoza, en 1962. ¿Qué recuerda?

--Yo soy de Santander. Empecé a jugar en el Racing en el año 56 y en el 62 me traspasaron. Llegué a un Zaragoza que estaba creciendo, que ya tenía bastante buen equipo aunque le faltaba un poquito.

--En su primera temporada jugó una final de Copa, ante el Barça.

--Si, nuestro generalísimo Franco quiso que jugásemos la final en Barcelona. Políticamente le debía de ir bien. No era normal que si el Barcelona era finalista, se jugase allí. Bueno, aquel año le habíamos ganado al Barcelona en la Liga los dos partidos, pero...

--¿Fue rara la final?

--Sí, bastante extraña. No nos acompañó la suerte y también era la primera final que jugábamos. Todo tuvo su peso.

--Tampoco tardaron mucho en ganar el primer título.

--No. En el 64 ganamos dos: la Copa de España y la de Ferias.

--A esa final de la Copa de Ferias, en Barcelona ante el Valencia, casi no llega su delantero, Marcelino (se había quedado en Madrid con los festejos de la Eurocopa, que España había conquistado solo tres días antes).

--Llegó justo. Venía de jugar con la selección, aunque le daba tiempo de sobra para llegar. Marcelino era un tipo singular, buena persona y gran futbolista, pero sus reacciones eran un poco de chico consentido.

--Al final ganaron 2-1, con un gol de Marcelino. Cuatro días después jugaron semifinales de Copa contra el Barça y una semana más tarde, la final ante el Atlético.

--Sí. En solo diez días jugamos tres partidos de ese nivel. Así eran las cosas.

--En esos años empezó a gestarse la leyenda de los Magníficos. ¿Eran conscientes?

--Sí, sí, porque había unos jugadores extraordinarios. El Zaragoza fusionó bien todas las líneas, pero le faltaba personalidad atrás y, sobre todo, gente que les hiciera moverse. Era un poco lo que yo hacía. Todo el mundo decía que lo mejor que yo tenía era mi salto de cabeza o mi fuerza, pero creo que lo mejor era la personalidad y lo que yo influía sobre los demás en el campo.

--Se hablaba también en esa época de otra leyenda de los Magníficos, la de fuera del campo.

--El problema de aquel equipo era que éramos 14. Y más, que de los once titulares a los tres que no jugaban había una gran diferencia. Cuando se lesionaba un futbolista importante se notaba mucho. Por eso en la Liga no podíamos llegar más arriba y quedábamos terceros, cuartos, quintos... Claro que en la Copa arrasábamos. Pero bueno, sí, era un equipo demasiado alegre en todas las circunstancias. Y fuera del campo, pues era un equipo digamos que con bastante... libertad.

--El mejor fútbol, no obstante, todavía estaba por llegar, con partidos como aquel de Leeds.

--El Leeds era entonces prácticamente el mejor equipo de Inglaterra. Tenía 6 o 7 internacionales, un equipazo. Y nos tocó jugar el desempate allí. Tuvimos suerte, pero el equipo jugó tan bien que al final del partido la afición inglesa nos hizo salir a saludar, algo que nunca se había dado en un campo inglés.

--Les faltó esa temporada ganar la segunda Copa de Ferias. La tuvieron en la mano después de ganar en Barcelona el partido de ida (en la vuelta perdieron 2-4 con un gol del Barça en el minuto 120).

--Fue raro. Hubo mucho jaleo ya antes del partido, tuvimos problemas con la afición porque la gente estaba enfadada por un partido que se había perdido fuera de casa. Y luego nos marcó tres goles un chico (Pujol) que solo chutó tres veces a puerta, que no había hecho nada en su vida y que no volvió a hacer nada.

--Era un guerrero en el campo y fuera. ¿No se achicaba usted nunca?

--(risas) Hombre, siempre he tenido mucho temperamento. Mi carácter ha sido bastante fuerte, sobre todo ante las adversidades. Contras las injusticias siempre me he rebelado, he sido muy contestatario. Pero con todo el mundo. No me importaba la categoría que tuviese el de enfrente, siempre que yo pensase que tenía razón y que lo que estaban haciendo no fuese justo.

--A veces ese carácter le jugó malas pasadas. Por ejemplo, cuando el club le metió una sanción de un año tras una discusión con el presidente, Waldo Marco, y el entrenador, Fernando Daucik.

--Sí. Fue una tontada. Estábamos concentrados en La Arruzafa, había ido a cenar con el seleccionador y cuando volví me encontré un jaleo tremendo porque, al parecer, el entrenador quería que echasen a Isasi del equipo. Intenté poner paz y lo único que hicimos fue estropearlo. Había algún periodista allí, además, que no ayudó nada. Así que a Isasi y a mí nos cayó un año entero. Yo volví incluso antes de tiempo, pero Isasi ya no.

--¿Qué recuerdo le queda de aquel equipo magnífico?

--Era un equipo con jugadores maravillosos. Lapetra fue un jugador excepcional en todos los sentidos. Tenía muchísima calidad, inventó la forma de jugar de extremo retrasado... Santos era un jugador impresionante que combinaba muy bien con Lapetra, Marcelino era un jugador muy ágil y con un gran remate de cabeza, Villa era muy hábil y vertical, Canario era distinto, Violeta era calidad y fuerza, Reija era excepcional... Eran jugadores que no tenían nada que ver entre ellos, pero en su conjunto era espectacular. Éramos pocos para pelear por la Liga, pero en la Copa, la Recopa y la Ferias éramos casi imbatibles.

--¿Cómo recuerda el final?

--Se desmembró totalmente. Carlos cayó muy enfermo, nos fuimos Yarza, Canario, Reija... Villa lo dejó enseguida. Quedaron Irusquieta, Santos y Violeta.

--¿Ve a Violeta como uno de los mejores aragoneses de siempre?

--Los mejores aragoneses han sido Lapetra, Violeta y Planas.

--Planas es un tipo especial.

--Era un jugador extraordinario. Lo que le pasó fue que tuvo una lesión gravísima y le costó recuperarse. Era un personaje en cuanto a persona y futbolista, muy particular. No encajaba muy bien, aparte de que tuvo mala suerte con las lesiones.

--Siempre ha sido bastante emprendedor. ¿Ya tenía negocios cuando era futbolista?

--Sí. Montamos el Golden Club entre Lapetra, Santos, Isasi, otro que no recuerdo y yo. Luego se lo fui comprando poco a poco hasta que, al final, me lo quedé yo. Ya tenía también un negocio de canteras, de graveras, de excavaciones... Tenía bastantes cosas.

--Cuando volvió al Zaragoza, a finales de los 80, lo hizo como manager deportivo, una figura muy novedosa en aquel momento.

--Hice un gran equipo, pero me tuve que ir a los dos años porque el presidente (Miguel Beltrán), que era como mi hermano, se encontró con una prensa con pocos conocimientos. Esa presión nos hizo salir, pero dejamos ya allí a algunos que serían campeones de la Recopa como Pardeza e Higuera.

--¿Por qué fue tan polémica su contratación?

--Yo he sido polémico siempre (risas). Nunca me han gustado las mentiras ni la gente que quiere mandar sin tener conceptos. De fútbol todo el mundo se piensa que sabe, pero la realidad es que es muy poquita gente la que sabe. Hay que saber qué futbolista te va a encajar dentro de un equipo y para eso hay que haber nacido y vivido. Cuando yo veo entrenadores que no han jugado al fútbol, pienso que es una barbaridad.

--¿Cómo fueron esos años en el Zaragoza? Llegaron después de que se ganara la Copa del 86, la del gol de Rubén Sosa al Barça.

--A Rubén lo traspasamos nosotros a la Lazio para fichar a Sirakov. Nasko era el mejor delantero de Europa junto a Van Basten. Tuvimos la gran desgracia de que se lesionó solo en un entrenamiento. Tenía roto el ligamento cruzado y Guillén le operó de menisco. Yo me enfadé mucho, pero él me dijo que había sido nuestro médico (Enrique Pelegrín) el que le había dicho que era solo menisco. En fin, que perdimos casi un año. Una lástima, era un jugador impresionante.

--También llegó entonces Chilavert, precedido de fama de polémico pero también de que sería el mejor portero del mundo.

--Era un personaje, es cierto, pero un portero excepcional. Tenía un carácter especial también. Es cierto que era muy buena persona por un lado, pero por otro llegaba a ser hasta peligroso. Era muy fuerte, tenía una personalidad excesiva.

--¿Qué sabe del Zaragoza actual?

--Poco. Al fútbol ha llegado una serie de gente que, además de no jugarse nada, quiere llevarse algo. En nuestra época los presidentes se jugaban su prestigio y su dinero, hasta que llegaron las sociedades anónimas deportivas.

--¿Conoce a Agapito Iglesias?

--Sí.

--¿Qué piensa?

--(largo silencio) No le puedo decir nada. Lo que le dijera sería todo desagradable.

--¿Ve al Zaragoza al borde de la liquidación?

--Posiblemente. El Zaragoza ahora no sabe ni lo que tiene ni lo que debe.

--¿Se imaginó alguna vez que pudiese llegar a esta situación de descomposición?

--No. Han sido una serie de barbaridades seguidas que nadie podía pensar. Y luego falta honestidad. También sabiduría, pero sobre todo honestidad. Se dejan engañar y dejan en el aire las dudas de qué habrá detrás de ese engaño. A todo esto están los representantes de los futbolistas, que son los que manejan las operaciones y te meten en el club tres o cuatro futbolistas a millón de euros cuando valen cien mil.

--¿Ve la posibilidad de que Agapito venda el Zaragoza?

--Agapito es un personaje bipolar, un tipo extrañísimo que no sabes nunca por dónde te va a salir. Estás hablando con él media hora y luego te quedas pensando: pero de qué coño he estado yo hablando con este hombre? Lo que ha hecho ha sido una verdadera barbaridad, mal aconsejado, mal llevado... Pero, claro, cuando uno se deja aconsejar mal es que puede haber detrás cosas que no son muy claras.

--¿Es verdad que estuvo cerca de aterrizar en el Zaragoza con Luis Oliver hace dos años y medio?

--Sí. Oliver y Mario Conde iban de la mano y me preguntaron si quería entrar con ellos como presidente. Parece que habían llegado a un acuerdo, pero de golpe se acabó. De hecho, estando los dos en Zaragoza, me llamaron y me dijeron: "Ven mañana que lo tenemos todo arreglado". Al día siguiente me avisaron de que se había deshecho.

--Muchos de los que negocian con Agapito cuentan que es así, que nunca se sabe lo que va a pasar un minuto después.

--El problema es que incluso pasan buenas personas por allí, pero la línea sigue siendo la misma. El entrenador de ahora me parece bastante bueno, bastante recto, pero qué va a hacer el hombre ahí. Llegará un momento que se volverá loco.

--¿Conoce alguna persona o proyecto interesado en comprar el Zaragoza ahora?

--El Zaragoza es incomprable. Ahí no sabes dónde te vas a meter. No sabes ni cuántos agujeros hay ni qué profundidad tienen.

--¿Ve algún partido?

--Sí. Suelo ver todos los que son televisados.

--¿Qué opinión tiene?

--No me gusta nada. No es fútbol, no es nada de nada.