El domingo, recién consumada la inesperada derrota del Real Zaragoza con el Sevilla Atlético, Jaime Galindo captó una de esas imágenes que valen más que mil palabras. En la grada, un niño llorando sin consuelo. Esa icónica fotografía fue una de las que este diario usó para ilustrar sus páginas. Ese niño tiene seis años, se llama Jesús, es de Manresa, de familia aragonesa y zaragocista de corazón. Era la primera vez que pisaba La Romareda, el estadio de sus sueños en una época de pesadilla para el club.

Hoy EL PERIÓDICO dedica una amplia sonrisa y la atención más cariñosa a Jesús, un niño entusiasta que tras la derrota tiró de la mano de su padre para ir a animar a los jugadores a la salida de vestuarios. Sea en representación de esa legión de pequeños que empiezan a palpitar al ritmo de un sentimiento, a emocionarse con una manera de vivir heredada de generación en generación. La que Jesús le ha enseñado a su hijo Jesús. Una muestra más de lo vivo que está el zaragocismo.