El reloj de la ilusión y de una temporada magnífica se le detuvo con brusquedad al Huesca a las puertas del descanso. El gol de Juanjo Camacho (m.24) hizo que el sueño de la remontada del 2-0 de El Arcángel tomara cuerpo de realidad, con El Alcoraz encendido ante un Córdoba seriamente afectado pese a su ventaja en la eliminatoria. Otra vez un córner, otra vez el omnipresente Pierini para tocar el balón de cabeza con la colaboración posterior del escaso flequillo de Pineda y de una mala salida de Falcón, y a Sorribas no le quedó más remedio que evitar el empate con un manotazo bajo el larguero. El asistente lo vio todo: penalti, expulsión del mediocentro --durante unos minutos fue Rodri el portador de la tarjeta roja hasta que se corrigió el error-- y adiós a un curso excelente pese a que Falcón adivinara el lanzamiento de Dani, que se le escurrió a última hora de los guantes como cierre a un inoportuno encadenamiento de desgracias.

La misión estaba emparentada con la hazaña. Un 2-0 en contra ante un rival del calado del Córdoba hubiera desinflado moralmente a cualquiera, pero los oscenses recargaron sus esperanzas poco a poco durante la semana y se engalanaron junto a 6.000 aficionados ante una cita con la historia, con el ascenso a Segunda División. Los nervios lo tuvieron preso frente a un enemigo de cuajo que encontró en Guzmán un cuchillo por la banda de Edu Roldán. Los andaluces dominaban los espacios, el tiempo y la pelota en una fría administración del encuentro. Su actitud era la lógica, y además el Huesca, con el corazón revolucionado en el centro del campo, le favorecía el control del partido. No obstante, la mejor ocasión había estado en la cabeza de Rangel, quien en el minuto 6 dibujó un remate estéticamente perfecto y nulo de productividad porque no entró en la portería cuando estaba abierta de par en par.

MÁS CERCA DEL MILAGRO Sí lo consiguió Camacho después de que Roberto tocara el balón a la salida de un saque de esquina. El milagro llamó a El Alcoraz. ¡Toc, toc!. Y al Huesca le vino el ángel, el fútbol. Apareció Sorribas, se ofreció Camacho y se desató Valdés como una locomotora. El juego fluido de los altoaragoneses hizo dudar al Córdoba, que tuvo que bajar a la tierra, sobre todo después de que Javi Suárez envenenara un testarazo de espaldas hacia la escuadra de Valle. Todo ocurría por arriba: se veía el cielo, pero de las alturas también llegó esa acción apocalíptica cuando restaba la segunda parte para hacer de la fe el vehículo del ascenso.

Con diez y el 1-1, el Huesca, sin entregarse por orgullo, contempló cómo se le fugaba ese sueño fraguado en las manos de sabio alquimista de Manolo Villanova y de unos jugadores ejemplares hasta el último suspiro, humanos y héroes todos ellos de un proyecto recién nacido que ha rozado la proeza. El Córdoba pudo abrir más la herida al contragolpe y con un nuevo penalti que detuvo Falcón a Dani. También Suárez había tenido la victoria de los azulgrana antes, en otro cabezazo que desvió Valle con una espectacular intervención. La caída fue dura, pero el Huesca lo hizo con la mirada al frente de un futuro que promete ofrecerle otra oportunidad.