El Atlético de Madrid consiguió ayer una agónica clasificación para los cuartos de final de la Liga de Campeones en la tanda de penaltis, al decimosexto lanzamiento, anotado por Juanfran Torres, el impulso definitivo para el pase del conjunto rojiblanco entre un sufrimiento tremendo (8-7). Y de ahí al éxtasis en el Vicente Calderón, en un partido equilibrado, con el 0-0 inamovible en los 90 minutos de la ida y en los 120 de la vuelta, en la que el Atlético siempre jugó en el alambre, sobre todo la primera parte, desactivado por el PSV, mejoró en la segunda parte y encontró recompensa al esfuerzo al final.

Sufrió el Atlético al inicio. Las manejó más y mejor su adversario durante todo el primer tramo del choque, un partido estresante para el conjunto rojiblanco, nada que ver con el encuentro que quería. Ni fue el dueño de los espacios, una prioridad absoluta para Simeone , ni de la posesión. Tampoco conectó en el centro del campo, apropiado por fuerza, colocación y precisión por su rival, más consistente y mejor situado en cada segunda jugada. Tampoco agobió a su contrincante en su área, salvo en el pasaje final rumbo al descanso, ni generó todo el caudal ofensivo que requiere un duelo con la obligación de marcar al menos un gol.

Al comienzo de la segunda parte, un centro del belga Yannick Carrasco, un cabezazo del uruguayo José María Giménez y un tiro del argentino Augusto Fernández, desconocido en la primera parte, como todo el medio campo, como Gabi o como Saúl, deslizaron entonces una reacción del equipo rojiblanco, que movió el banquillo. Se fue Augusto, entró Fernando Torres.

La irrupción del atacante madrileño, valiente y vertical, fue un impulso ofensivo inmediato para el Atlético, en un momento incierto, con más que un susto en su área, un disparo de Jurgen Locadia que entre Jan Oblak y el poste rechazaron fuera de la portería, en un vaivén sin pronóstico, sin posibilidad de intuir un ganador.

TORRES, INCISIVO Entre la tensión del 0-0 y del reloj todo se detuvo en ataque hasta otra acción de Fernando Torres, el mejor por atrevimiento, por regate, por potencia y por intención del Atlético en toda la segunda parte. Su trallazo dentro del área chocó contra el poste. Había prórroga. Y sin Godín, lesionado y sustituido por Lucas Hernández.

Una prueba más de carácter para el Atlético, visiblemente desfondado, como su adversario, pero con la iniciativa, con un cabezazo de Lucas, con un tiro centrado de Griezmann y con tanto cansancio en las piernas que fue imposible evitar los penaltis. Al decimosexto, el marcado por Juanfran, ganó el Atlético, que tuvo que soportar los nervios de siete penas máximas transformadas por el PSV hasta que la de Narsingh se fue al larguero.