«No pienso en mi legado. Nunca ha sido importante para mí. Nunca llegué a pensar que jugaría a fútbol americano. En realidad, jamás pensé que jugaría a ningún deporte. Claro que tenía sueños y esperanzas, como muchos niños, pero no creía que pudiera llegar hasta aquí». Son palabras de Tom Brady, quarterback de los New England Patriots, que, a sus 39 años, jugará esta noche su séptima Super Bowl.

No solo alcanzó su sueño de ser jugador. El californiano cambió el porvenir de una franquicia entera y ha sido el rostro visible de la etapa ganadora más larga de la historia en la NFL. En una liga donde mantenerse arriba es una quimera, los Patriots encontraron en Brady al jugador perfecto para llevarles a la gloria y mantenerles en lo más alto. No todo es gracias a él. Su entrenador, Bill Belichick, es considerado uno de los mejores de la historia. Pero sí ha sido la pieza decisiva para engrasar esa máquina de ganar de los Patriots desde el 2001.

En lo personal, Tom Brady lo tiene todo. Nacido en San Mateo, California, se ha convertido en el jugador más respetado por sus rivales y odiado por las aficiones contrarias. En 16 años de carrera ha sumado todas las distinciones posibles a nivel individual. Ha sido, entre otras cosas, cuatro veces campeón de la NFL, dos veces mejor jugador de la liga, tres mejor jugador de la Super Bowl y jugador del año por la revista Sports Illustrated.

El quarterback del club de Massachusetts es la imagen del sueño americano: ha conseguido entrar en el debate del mejor jugador de la historia, hacerse rico, tener éxito, casarse con la supermodelo Gisele Bündchen y triunfar en el deporte por excelencia.

Tras no cuajar una buena carrera en la universidad, el día del Draft ­—cuando los equipos escogen a jugadores salidos de la universidad— Brady cayó hasta la posición 199, en sexta ronda, en la que no acostumbran a salir buenos jugadores. Tras una primera temporada en el banquillo, aprovechó la lesión del titular, Darew Bledsoe, y en su primera campaña en el equipo inicial les llevó a la primera Super Bowl de la era. Pocos sabían que se estaba gestando el equipo más letal de la historia. 16 años después jugarán su séptima final, ante los Atlanta Falcons, con la posibilidad de alzar su quinto título y convertirse en el jugador con más campeonatos superando a Joe Montana.

Tom Brady, igual que Belichick y Kraft, propietario del equipo, son amigos y apoyaron a Trump en su campaña para la presidencia. Durante la semana previa a la Super Bowl, los periodistas le han bombardeado. «Es alguien a quien ya conocía. Si conoces a alguien no significa que estés de acuerdo con todo lo que hace», zanjó. Por su parte, Gisele Bündchen, su mujer, ha participado activamente en las protestas a favor de los derechos de la mujer en contra de Trump. Las preferencias políticas no han influido en su matrimonio.