Pekín escribe la historia. Será la primera ciudad en organizar los Juegos Olímpicos de invierno y de verano. Y lo hará con 14 años de diferencia (2008-2022). Y aún más difícil: sin nieve ni tradición deportiva, con instalaciones a 200 kilómetros de la ciudad y las organizaciones de derechos humanas en contra. En Kuala Lumpur, sede de la votación, los miembros del COI tuvieron claro ayer que era la mejor opción; incluso sorprendió el escaso margen de cuatro votos (44-40). Cuatro ciudades europeas (Cracovia, Lviv, Estocolmo y Oslo) se habían retirado de la carrera por falta de fondos, de entusiasmo popular o de ambas cosas.

Resistía Almaty, una ciudad kazaja ignota. Se presentaba como la opción romántica y verdadera, con los atletas viendo la nieve desde sus habitaciones y las instalaciones en un radio de 35 kilómetros. Pero las dudas sobre su solvencia económica pesaron. La exrepública soviética depende del petróleo y sus precios fluctúan demasiado para ser un apuesta segura. Aún debía de construir casi la mitad de las 22.000 habitaciones, cuando Pekín ofrece 45.000. Y tampoco ofrecía un registro más presentable en derechos humanos. La organización Human Rights Watch ha documentado la discriminación a gais y lesbianas, las restricciones a la libertad o la detención de críticos.

Pekín es segura por su músculo financiero y eficacia organizativa. Su falta de tradición en deportes de invierno ha sido juzgada como una ventaja por el COI: los Juegos estimularán su práctica en los 300 millones de chinos del norte. Hoy, apenas unos pocos jóvenes de clase media han mostrado algún interés por el esquí o el hockey sobre hielo.

Pekín se ha esforzado en los últimos días en relativizar sus conocidos problemas. Algunos deportes se celebrarán 200 kilómetros al norte, en una ciudad mediana llamada Zhangjiakou, que estará unida en el 2020 a la capital por un tren de alta velocidad. Yanqing, a 90 kilómetros, albergará otros. Pekín bombeará desde un lago cercano las necesarias toneladas de nieve artificial. "Todos los Juegos de invierno se han celebrado con nieve artificial", ha asegurado Wang Hui, la portavoz olímpica. Ha explicado que el coste medioambiental no será alto y que la cantidad de agua utilizada no pasaría del 1,3 % de las reservas disponibles incluso en condiciones extremas.

China ha prometido que la contaminación estará resuelta, y no hay que desconfiar. La calidad del aire en la capital ha mejorado este año y, en todo caso, las autoridades pueden obtener unos cielos azules durante un periodo corto de tiempo. La elección de Pekín finiquita la era de las vacas gordas de Sochi 2014, con una factura de más de 50.000 millones de dólares.