Durante los últimos años, el fútbol (y el deporte, en general) ha presenciado cómo decenas de futbolistas caían víctimas de un paro cardiaco o de muerte súbita mientras disputaban un partido. Las víctimas, de distintas edades y competiciones, dejaban un interrogante en el aire y provocaban un debate en la comunidad deportiva sobre qué se podía hacer al respecto.

La última de ellas sucedió el pasado domingo, cuando José Manuel Tris Gimeno, de 52 años, falleció jugando un partido en la laboral aragonesa. Pero no es un caso aislado. Desde jugadores de élite hasta futbolistas de categorías inferiores o simplemente amateurs, la muerte súbita y los paros cardiacos han hecho mella en el deporte, acabando con la vida de decenas de personas mientras practicaban su deporte. La pregunta que surge en estos momentos es: ¿se pueden evitar? ¿Hay algún modo de esquivar estos accidentes?

«La muerte súbita en el deporte es algo que es muy difí- cil de evitar, incluso aunque se hagan los reconocimientos con más profundidad. El objetivo que debemos buscar es el de poder reducir el número de deportistas que mueren practicando su deporte», asegura José Antonio Casajús, catedrático de actividad física y salud en la facultad de ciencias de la salud en Huesca y coordinador de la parte de ejercicio físico del programa GENUD de la Universidad de Zaragoza. «También es importante destacar que es más perjudicial para la salud quedarse en casa que hacer ejercicio, aun corriendo riesgo de tener este tipo de patologías. No hay que concienciar a la población de que hacer deporte es peligroso porque, precisamente, es todo lo contrario. Hay que fomentar el ejercicio aunque haya una serie de riesgos que son los que tenemos que evitar», añade.

«Desde el punto de vista médico, lo ideal sería que todos los deportistas hiciesen un reconocimiento con pruebas de esfuerzo o cardiogramas, pero esto es inviable por motivos económicos. Por lo tanto, hay que diseñar una estrategia de adecuación que nos permita identificar a aquellos sujetos que tengan un riesgo de factor incremental o factor de riesgo cardiovascular. A través de encuestas, por ejemplo, se puede saber si realmente estos factores son reales», propone.

No obstante, Casajús considera que «la edad es un elemento de riesgo» y añade que «las personas mayores de 35 años tienen un mayor incremento de patología coronaria y eso puede originar problemas cardíacos, entre ellos la muerte súbita». Además, Casajús cree que las federaciones de fútbol tienen una asignatura pendiente con este problema. «La normativa española no exige ningún tipo de reconocimiento», reconoce el catedrático.

Por otro lado, y sabiendo que incluso reconociendo a los individuos con factor de riesgo puede ser insuficiente para evitarlo, Casajús reconoce que «tenemos que tener medios para intentar revertir la muerte súbita». «El mejor medio para ello es disponer de desfibriladores en los campos de fútbol, así como que haya personas preparadas para hacer masajes cardíacos y saber utilizarlos», expone al respecto.

El deporte, en general, y el fútbol, en particular, tendrá que convivir con esta realidad hasta que cambien las cosas. El propó- sito ahora debe ser detectar los riesgos y prevenir estos ataques (aunque a veces sea inevitable) de manera que las organizaciones se vean obligadas a actuar y la gente tome más precauciones a la hora de practicar un deporte.