Aescasos días para que el City se corone campeón de Inglaterra, su caída en Anfield ha recordado la variedad de pieles futbolísticas del aficionado inglés. Cada pase entre líneas que ha dado David Silva esta temporada ha sumado un adepto. Un convencido del estilo de Pep Guardiola, que un año después ha logrado cambiar algunas mentalidades obsoletas a través de un fútbol estético, lúcido y victorioso.

A su vez, cada gol del Liverpool en la noche de miércoles bajó del barco a quienes solo se habían subido a él atraídos por los resultados. Inglaterra debate la emboscada red desenterrando viejos tópicos sobre las derrotas de Guardiola. Al final, tan simple como que el rival fue mejor. «Don’t worry, Pep. It’s only half time», tituló el diario de Manchester. Sólo es la media parte.

La mayor comprensión para el City la encuentra cerca de casa. El Evening News pasó rápidamente página y pidió un «Espíritu Barça», para emular el 6-1 azulgrana contra el PSG el martes que viene en el Etihad Stadium. El Etihad no es Anfield y los citizens no son los reds. El clima que consiguieron dentro del estadio es casi irrepetible. Quizás una victoria en el derbi, y por consiguiente levantar el sábado el título de la Premier, logre activar a unos aficionados sky blue, a veces demasiado silenciosos.

Por contra, los análisis más dañinos contra la figura de Pep denotan cierto retintín, como el del Daily Mail: «Resulta que el equipo de Guardiola no es perfecto al fin y al cabo». El periodista Ian Ladyman describió al catalán como «alguien que nunca ha entendido o apreciado el valor crítico y la importancia de la flexibilidad». Otra corriente de opinión puntualiza que Pep no es culpable de vanidad, sino de respetar demasiado al rival y repensar la táctica en exceso, conduciendo a grandes errores a su equipo.

El mayor consenso se puede encontrar en la condena de los actos previos al partido, donde el autobús del City sufrió daños irreparables y aunque no hubo heridos, sí cierto riesgo e incomodidad para los visitantes. La UEFA ha abierto expediente al Liverpool por lanzamiento de objetos, bengalas y por los disturbios que organizaron sus aficionados. Las investigaciones y resolución final del caso se han fechado para el 31 de mayo, pasada la final de la Champions League.

La flexibilidad de Guardiola pudo apreciarse en la incorporación de un mediocampista más, Ilkay Gündogan, en detrimento del delantero inglés Raheem Sterling. No fue un paso decidido atrás, pero sí un movimiento para tener más balón, control y evitar los contragolpes locales. No funcionó. «La apuesta sin Sterling se fue al garete», tituló The Guardian. Resulta curioso el récord de equipos de Guardiola en partidos europeos eliminatorios fuera de casa. Un total de 23, con registros pobres de solamente 5 victorias, 10 empates y 9 derrotas. Esta vez el City no tuvo un problema de exceso de ofensividad, porque el cambio en la alineación buscaba lo contrario.

La situación que más se asemeja a la que tendrá que enfrontar ahora fue el 3-0 del Camp Nou con el Bayern, la temporada 2014-2015, el día del regate de Messi a Boateng. Otra derrota sonora fue el 0-4 ante el Real Madrid en el Allianz Arena, pero en aquella ocasión fue en la vuelta. La otra eliminación de Guardiola en Alemania, en su última temporada, se produjo sin resultados tan abultados, en unas semifinales tácticas frente al Atlético de Madrid. No quiso buscar comparaciones el entrenador del City. «En estos partidos de 3-0 la vuelta tienes que afrontarla desde la emotividad. Lo tenemos perdido. Intentaremos creer nosotros», razonó Guardiola.